El lenguaje de Sona Jobarteh

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Originaria de Gambia, y de una de las pocas familias a las que en África les está reservado tocar la kora —un instrumento que media entre un laúd y un arpa, y que sólo es permitido tocar a los hombres—, Sona Jobarteh se ha sobrepuesto de manera virtuosa a esa antigua tradición que únicamente destina a las mujeres el canto. Abrevando de la comprensión de su herencia cultural, la cantante, compositora y multiinstrumentista que ofreció un concierto en Guadalajara la semana pasada a través de Cultura UDG, es una orgullosa griot —una suerte de trovador africano— que renueva su pasado desde la cosmovisión femenina.

Además de la música africana y la kora, estudiaste música e instrumentos de la tradición occidental. ¿Cómo combinaste esto?
No es fácil, porque cuando estudias clásico no puedes pensar en nada más, sólo hacerlo, y tuve que dejar de lado mis otros intereses. Después de cuatro o cinco años de estudiar intensamente la música clásica, decidí que no podía ignorar más lo que quería hacer y volví al kora.

¿Cuál es la importancia de tocar un instrumento que es tan cercano a tus tradiciones y a tu familia?
Aunque con todos los instrumentos que he tocado hay una identificación, la kora es con el que más puedo expresar lo que llevo por dentro, es más cercano a lo que siento.

¿Qué dificultades técnicas hay para tocar la kora?
He estado enseñando a tocar la kora por nueve años en Londres a gente que no sabe nada acerca de la música africana. Y la gente se da cuenta de que no es cuestión de técnica, porque esto sólo depende de emplear tiempo, pero la música para la kora es como el lenguaje que la kora habla, y eso es muy difícil de enseñar. Puedes aprender a tocar un instrumento pero no la música; ella está de manera natural dentro de ti. Pero también depende de la tradición. Crecí con mi hermano, mi padre, mi abuelo, escuchando como tocaban la kora con todo su repertorio, y aprendiendo. Así que ahí se tienen años y años de experiencia para entender las canciones, cómo hacerlas y tocarlas. Eso es tan viejo que no lo puedes enseñar, se siente.

¿Has luchado por cambiar que la kora sólo la puedan tocar los hombres?
Para mí no fue una lucha, porque aprendí desde niña, y cuando me di cuenta de que era una mujer y que era algo para hombres ya sabía tocar. Pero hasta llegar a ser profesional es que he empezado a tratar de modificar esto. Pero no es fácil porque respeto la tradición. Hay muchas razones por las que la kora es un instrumento de hombres, y no de manera negativa. Tienes que comprender primero la tradición y luego encontrar tu camino.

¿Cómo percibes la discriminación que hay en África, no sólo hacia las mujeres, sino en todos los sentidos, desde la perspectiva que te dio salir de tu tierra?
Definitivamente he pensado más en ello estando fuera, y en otra posición. Creo que la acción que se debe hacer es a través de implementar más educación, para mujeres y hombres jóvenes, porque posiblemente la única manera de resolver esto es dando la oportunidad a las nuevas generaciones para arreglar lo que antes no se hizo.

¿Crees que con la música se puede cambiar al mundo?
Sí, porque hay temas que no son fáciles de abordar en la sociedad. Pero si usas la música para hablar de sus problemas, es una manera en que nadie va a criticarte. Si actúas en una obra puedes lograr mucha conciencia, y se siente su inmenso poder, así es como debe ser y funciona.

¿Cuál es la experiencia emotiva para ti al estar en el escenario?
Es el mejor sentimiento que puedas imaginar y que me hace sentir completa. Me hace sentir orgullosa y agradecida por mis tradiciones y por ser capaz de mostrarlas, por haber nacido en mi familia. Y quiero que los demás sientan lo que yo, aunque sea un poco, para que lo tomen consigo mismos.

¿El mundo tiene olvidada a África a pesar de todo lo que ésta le ha dado?
No hay suficiente entendimiento de que África no sabe más que otros de África. No podemos cambiar la opinión del mundo sobre África y luego hacer que cambie rápidamente. Así no puedo cambiar mi país. Se debe tratar de mostrar a la gente cuánto tiene, porque la gente en Gambia no tiene idea de la riqueza que posee; la gente de otras partes del mundo sabe más. Así que si los africanos comienzan realmente a entender lo que tienen, el resto del mundo responderá en la forma correcta, porque cuando alguien está orgulloso de lo que es, todos le tratarán con respeto, pero si no lo está, nadie podrá dárselo.

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