El hombre visionario

1210

El ingeniero está de pie y lleva un libro en su mano izquierda, que en la portada tiene grabado el escudo de la Universidad de Guadalajara. En la mano derecha sostiene un rollo de planos y su mirada de “hombre visionario”, como lo calificó su viuda, Esmeralda Villaseñor, apunta hacia el oriente de la ciudad. Parece que observa el horizonte con expresión atenta y calculadora, como si fuera el encargado de dibujar en el cielo unos rieles para guiar el movimiento del sol. Cuando éste alcanza la mitad de su viaje, las letras doradas que quedaron ceñidas al pedestal de la estatua de Jorge Matute Remus, brillan por un pequeño rayo que las toca.

La figura de bronce del ingeniero quedó integrada al concierto citadino, al paisaje de calandrias, a las sombras de los árboles, a las campanadas de la catedral, y queda inmortalizada en la Rotonda de los jaliscienses ilustres —uno de los tantos trabajos que el propio Matute erigió en vida—, uniéndose a José Clemente Orozco, a Enrique Díaz de León, a Irene Robledo y a otros hijos esclarecidos del estado de Jalisco.

El 18 de febrero, el centro de Guadalajara detuvo su tráfico característico de inicio de semana, para que los restos del ingeniero Jorge Matute Remus fueran llevados a la rotonda, después de un homenaje post mortem que le fue rendido en el Paraninfo Enrique Díaz de León, al cual asistieron autoridades universitarias, encabezadas por el Rector General de la Universidad de Guadalajara, maestro Itzcóatl Tonatiuh Bravo Padilla, del Ejecutivo estatal, al frente de las cuales estaba el gobernador del estado, Jorge Aristóteles Sandoval Díaz, así como el alcalde de la ciudad de Guadalajara, Ramiro Hernández.

En el marco de los 472 años de la fundación de Guadalajara y a casi 100 años del nacimiento del insigne ingeniero, la Universidad le rinde un homenaje, diría Bravo Padilla, frente a los ojos vidriosos y las sonrisas nutridas de familiares e invitados a la sesión solemne. Se refirió a Matute Remus como a “un admirado rector y uno de los profesores más queridos de la institución”.
El gobernador reconoció al hijo ilustre de Jalisco y al ingeniero civil del siglo XX: “Fue un urbanista visionario que captó las necesidades de la ciudad y preparó a Guadalajara para que pudiera convertirse en una metrópoli. Incluso previó respuestas en el tema del abasto de agua y de la movilidad”.

Durante su vida fue rector de la UdeG y presidente municipal de Guadalajara. Lo que más resalta de la vida del ahora considerado hijo ilustre, son sus hazañas y los proyectos que catapultaron la ciudad a la modernidad que la distingue como segunda metrópoli del país. En sus años, las obras ayudaron al desarrollo y hoy son patrimonio de los jaliscienses. Una de las más conocidas, y por la cual Matute Remus ya estaba inmortalizado, fue el movimiento del edificio de la Telefónica Mexicana, para la ampliación de la avenida Juárez, un hecho que se ha vuelto leyenda en la ciudad. En su haber resaltan la sustitución de redes de agua y alcantarillado, y la ampliación de otras importantes arterias, como 16 de Septiembre y Alcalde, y la apertura de Ávila Camacho, así como el ingreso a Chapala, la propia construcción de la Plaza de la Rotonda y del jardín del templo Expiatorio, etcétera. El hoy Jalisciense ilustre marcó un rumbo en el desarrollo de Jalisco.

Por el trabajo que realizó, Jorge Matute Remus recibió diversos premios y reconocimientos a lo largo de su vida e incluso después de haber perecido. Entre éstos resaltan: las palmas académicas del gobierno de Francia, un reconocimiento de la UNESCO por su labor docente, la Medalla de la Universidad de Guadalajara por 36 años de profesor, el premio Ciudad de Guadalajara, así como el Doctor Honoris Causa post mortem por parte de esta Casa de Estudio.
Como rector, el ingeniero Matute fundó el Instituto Tecnológico, ahora Centro Universitario de Ciencias Exactas e Ingenierías (CUCEI) y abrió la matrícula para que los estudiantes del estado pudieran ingresar a la Universidad, puesto que únicamente eran aceptados quienes provenían de escuelas públicas. Creó nuevas carreras y contrató investigadores que enriquecieron la labor universitaria.

Hombre benemérito
El inventario del homenaje que se le rindió el lunes pasado, integró diferentes recursos geométricos, los cuales parecieron describir la trayectoria y obra del ilustre personaje, pues como dijo su viuda, “sabía bien lo que era la línea recta y también la rectitud”.

En el Paraninfo se formó un rectángulo perfecto: eran las siete guardias de honor; afuera del lugar, el círculo vial y de seguridad esperaba la salida del cubo de mármol con los restos del hombre benemérito; durante la marcha por la avenida Juárez, fue perfectamente visible la línea recta conformada por los trajes negros y el andar de zapatos relucientes de las personalidades que acompañaron el traslado del hijo distinguido del estado de Jalisco.

“Si se lo hubieran propuesto en vida, su sencillez le hubiera llevado a declinar este homenaje que los jaliscienses consideran merecido”, afirmó la viuda del ingeniero y su compañera durante 60 años, Esmeralda Villaseñor, frente a la multitud que estaba al pie del escenario. “Como compañero fue un hombre increíble. Seis años de noviazgo epistolar con una escritura profunda, que me permitió conocer sus ideales, sueños y convicciones. ¿Cómo fue posible que a través de las cartas nos conociéramos tan bien y nos quisiéramos tanto?”.

Las cenizas de Jorge Matute Remus salieron del Paraninfo de la Universidad y fueron escoltadas por una banda de honor, policías, familiares, representantes de los medios de comunicación y asistentes. Las siete mil personas —en su mayoría estudiantes de nivel medio superior y superior— trataban de estar cerca del cortejo, pero una valla en los límites de 16 de Septiembre los detenía. El ingeniero avanzó por la avenida Juárez en un packard 180 negro, de 1941, y se detuvo en tres estaciones: a las afueras del edificio de Telefónica Mexicana, en el Ayuntamiento de Guadalajara y, por último, en la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres.

“Realmente, ahorita me siento con mucha alegría, porque consideramos que su primer amor era Guadalajara y realmente hizo todo por ella, por el estado de Jalisco y por su Universidad. Nos da muchísimo gusto que le hagan este reconocimiento”, dijo Esmeralda Matute Villaseñor, hija del homenajeado, al pie de la estatua que inmortaliza a su padre.

Al sol de mediodía, la figura aún estaba cubierta por una túnica negra. Esmeralda Villaseñor tomó el cordón dorado y lo jaló. La manta cayó y descubrió la figura del hombre benemérito, que ahora mira hacia el oriente de la ciudad y se suma a los otros hijos esclarecidos del estado: el ingeniero que hizo todo por Guadalajara, por Jalisco y por su Universidad, el ilustre Jorge Matute Remus.

Artículo anteriorWilly Zavala
Artículo siguienteDictamen Definitivo Programa de Estímulos Económicos a Estudiantes Sobresalientes 2014-2015