El fin de la profilaxis

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    Muchos días me siento ante el televisor y comienzo a analizar todo lo que sucede en el mundo. Me gustaría encontrar un panorama distinto, algo prometedor, pero la realidad es otra.
    Como estudiante de medicina, uno se percata de muchas situaciones y adquiere la responsabilidad de actuar ante ellas. Esta última semana he visto cómo proliferan los anuncios falaces sobre fármacos y terapias. Pareciera que la cura para todo mal estuviera disponible en una píldora de 250 miligramos.
    A pesar de los riesgos de la automedicación, los anuncios cada vez son más, y entonces cuando me pregunto si una vaga leyenda como “Consulte a su médico” es capaz de limitar la desmesurada reacción del paciente, que quiere una cura inmediata. Si consideramos que cada paciente presenta condiciones distintas, la “cura universal” resulta inconcebible.
    Más que buscar un tónico mágico, creo que la persona debe hacer énfasis en sí misma, entender el ambiente que la rodea e identificar qué factores detonan su malestar. Y si no llegará a comprender, tiene la posibilidad de acercarse a un profesional que lo asesore en todas sus dudas.
    Las enfermedades por sí solas no existen. Sólo existen personas que en su desequilibrio se enferman.

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