El entendimiento del cuerpo

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La danza contemporánea regresa este 4 de febrero al Teatro Experimental de Jalisco, con las obras Limbo, y Adán, teoría sobre el deseo, a través Rafael Carlín y Compañía, además de la Coordinación de Artes Escénicas y Literatura de Cultura UDG. Ambas piezas ya habían sido montadas a finales del año pasado en el mismo espacio, y en esta ocasión vuelven con una temporada que se prolongará hasta el 25 de marzo.

Rafael Carlín, quien tiene alrededor de 25 años de carrera como bailarín y 15 de coreógrafo, dijo que en Limbo, de la autoría de Víctor Ruiz, se pueden apreciar la historias diarias de violencia en la ciudad, que pueden ser tanto premeditadas como accidentales, y que surgieron de un proceso creativo que testimonia las experiencias de los propios integrantes de la compañía de danza.

Carlín señala que por medio de la poética de la danza, con una narrativa no lineal, se realiza en esta pieza una reflexión para mirar que “se camina en lo cotidiano sin percatarnos de la realidad o somos indolentes, y no actuamos”.

Por otra parte, en Adán, teoría sobre el deseo, creada por Carlín, se habla del deseo “como el primer motor e impulso de vida, desde la cuestión más lúdica e inocente, las cosas que nos hacen actuar y vivir, reconocernos, hasta los deseos que se transforman en obsesión por tener lo de otros, ya sea algo material o carnal y erótico”. Pero se advierte también aquí la presencia de “la contención y el juego de la culpabilidad”, así como un ejercicio de introspección contemplativa.

Rafael Carlín y Compañía está sobre la década como organización independiente,  tiempo en el que sus integrantes han pretendido desarrollarse renovándose y ofreciendo trabajos innovadores a su público. Así el año pasado decía a un medio que “el trabajo es agotador, pero apasionante, me encanta, me dedico a esto totalmente, hay gente que me respalda, me asiste y me apoya cuando lo hacemos con gusto y pasión, es parte de nuestra vida”.

Entonces, declaraba además sentirse orgulloso tras los años en que ha hecho buenos montajes con un equipo talentoso. “Claro que hay crecimiento humano y artístico, la compañía también me reta, no me siento satisfecho con lo que a veces veo, también les pido más y ahora se ve una compañía más madura, más fuerte, de un gran nivel”.

Ahora, Rafael Carlín, quien dice siempre haberse sentido atraído por el ímpetu que en él causó escuchar música y que alentó su vocación artística, cree que “el universo de la danza contemporánea te abre muchas posibilidades para explorarlas, jugar y experimentar”, porque esta disciplina “siempre me sorprende, nos reinventamos, cautiva y provoca”.

Pero también deja en claro que este tipo de danza, que “se nutre a sí misma de tantas corrientes artísticas, tiene que estar bien elaborada dramáticamente en su construcción. Debe estar sustentada en un trabajo muy riguroso del entendimiento del cuerpo”. Y de lo contrario “hay muchos trabajos de danza que se llaman contemporáneos que están mal hechos, por falta de oficio en la creación  y ejecución. Por eso no se entienden, sus signos no están bien fijados y definidos, haciendo su lectura difícil”. Son trabajos que “no están bien abordados y elaborados, que se quedan en inspiraciones y ocurrencias”.

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