El dorso de las rosas

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    “No deberías estar escribiendo cuentos”, le dijeron algunos de sus amigos al músico cubano Amaury Pérez (La Habana, 1953), cuando, luego de 35 años de hacer canciones, decidió intervenir en el ámbito literario al crear relatos que hoy toman forma de libro bajo el título El dorso de las rosas, que contiene alrededor de 22 cuentos y que encierran cada uno, una parte biográfica del artista.
    La publicación fue presentada en el Cineforo de la Universidad de Guadalajara el pasado miércoles en punto de las 19:00 horas ante unas 150 personas, por el Rector general de esta casa de estudios, José Trinidad Padilla López, acompañado por Óscar Trejo, el editor del grupo ígata –casa editorial que publica en México la obra de Pérez-, y la escritora María Colín.
    La presentación fue la primera en México y la primera fuera de su país natal, Cuba, por lo que Amaury Pérez comentó sentir “un gran orgullo y satisfacción” de que se realice en este país y “en especial” en Guadalajara, de la que agregó, “podría vivir en un momento dado” si se presentase una serie de circunstancias que así lo requieran.
    El Rector de la Universidad de Guadalajara, José Trinidad Padilla López, expresó su admiración por el músico y por otros de sus colegas como Joan Manuel Serrat, Silvio Rodríguez o el escritor Mario Benedetti, de quienes, aseguró, fueron un pilar de gran influencia para los de su generación, allá por la década de los setenta, cuando cursaba los estudios en la carrera de sociología en la entonces Facultad de Filosofía y Letras de la UdeG.
    “Para los que fuimos adolescentes y jóvenes en dicha década, la poesía hecha música de la trova cubana, fue mucho más que un goce lúdico de escuchar buena poesía musicalizada. Gozábamos lo que se nos decía a través de ese mensaje que nos llegaba al corazón”.
    Y recordó algunos título de canciones que “nos llegan unas más que otras, según las vivencias personales de cada quien”, como “Acuérdate de abril”, entre otras.
    Dado su cariño por México, Pérez charló como cualquier otra persona acerca de la realización de El dorso de las rosas y de las dificultades principales que tuvo que afrontar para ello: “Empecé a decir que yo no escribiría hasta que tuviera una computadora marca tal, de tal estilo, con tanta cantidad de memoria; eran todos los pretextos del mundo para no sentarme a escribir. Al fin apareció un alma generosa que me regaló una”.
    Comentó que a pesar de hacer canciones y poesía, esta es su primera incursión en la narrativa y que su obra no es una crítica hacia el gobierno de su país ni tampoco hacia la disidencia del mismo: “Hay una literatura que encabeza el mismo Gabriel Infante con todo respeto, la misma Zoé Valdés, sin ningún respeto, ese tipo de literatura que es catastrófica, del desastre, en realidad no me interesa. Eso se lo dejo a los periodistas”.
    Ante tal hecho, recalcó la importancia de regresar al lado sensible del ser humano a través de las artes: “Hay que salvar el espíritu para un mundo mejor que está por venir con una literatura que alimente el espíritu, que haga feliz en algún momento, que haga sonreír y llorar, esa es la literatura que intento hacer”.
    El cantautor cubano, luego de escuchar y compartir sus experiencias ante el público, no podía olvidar a su amiga del alma, la guitarra, que tanto lo ha acompañado a los largo de tres décadas. Y así, el público gozó de un recital que culminó en una serie de aplausos.

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