El constructor de habitantes

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Entre las arcadas neoclásicas que definen el paisaje constructivo del Caribe mexicano se mueven los personajes de El galán de ultramar de la dramaturga Luisa Josefina Hernández. Con esta obra la Compañía Nacional de Teatro participó en la edición de este año de la Muestra Nacional de Teatro (MNT) en la ciudad de Aguascalientes. Las haciendas, las calles del puerto, los patios, alcobas y jardines en donde ocurre la historia se dibujan con el desplazamiento de estas arcadas, cuya articulación permite doblarse, extenderse, desdoblarse o, mágicamente, replicarse con un punto de fuga siempre distinto.

Esta aparente infinidad de posibilidades de montaje y creación de atmósferas es posible no sólo por el trabajo del escenógrafo, sino también del realizador, cuyo quehacer suele quedar siempre en las letras más pequeñas —cuando se incluye— en un programa de mano.

Como cada año, la MNT arrancó con la entrega de la Medalla Xavier Villaurrutia a quienes destacan por su trabajo y trayectoria en el teatro nacional. En esta ocasión fueron dos los galardonados: el Laboratorio de Teatro Campesino e Indígena y Macedonio Cervantes, realizador escenográfico.  El Maestro Mace —como le dicen cariñosamente— entró al teatro como muchos: por casualidad.

Macedonio Cervantes trabajaba en la Jefatura de Mantenimiento de la UNAM, donde alguien le pidió ayuda para realizar un trabajo de carpintería para el teatro, oficio que conocía perfectamente por haberse desempeñado en una laudería fabricando guitarras. Poco a poco Cervantes se fue convirtiendo en una presencia necesaria en los teatros universitarios. Finalmente, su ciclo como trabajador de la UNAM concluyó con su jubilación a la vez que abría su propio taller en el Ajusco, en donde vive su auténtica vocación y oficio, la construcción más concreta y volátil que posee la escena: la realización escenográfica.

Cervantes recibió emocionado la presea: “Soy un hombre de pocas palabras, no puedo decir sino gracias”.  Su sencillez contrasta con el peso de su trayectoria. Macedonio Cervantes ha estado en la Cuadrienal de Praga en tres ocasiones, en las que si bien acompaña a los escenógrafos galardonados, es él quien realiza una de las tareas más complejas que posee la escena, la materialización de lo que otros imaginan, que aun si se proyecta en diseños y maquetas, siguen siendo ideas colocadas en un universo más poético que real hasta que las manos del taller de Macedonio dan cuerpo a esa lírica que habita el espacio dramático.

Macedonio Cervantes recuerda que su primera escenografía completa fue la del montaje Polvo de mariposas, diseñada por el reconocido artista Philipe Amand. A partir de entonces el trabajo de su taller no ha parado, sólo descansa diez días al año. De allí, donde emplea a quince personas en promedio, han salido los espacios más surrealistas, tangibles e imaginarios que han trazado creadores como Alejandro Luna, Matías Gorlero, David Antón y Jorge Ballina, entre muchos otros. 

Cervantes vive en y del teatro, sin embargo me dice que no va mucho a la sala para ver las puestas en escena y cuando lo hace, termina siempre distraído en el diseño del espacio, los elementos que ahí se colocan, así como los mecanismos que lo articulan. Macedonio Cervantes no sólo trabaja con artistas mexicanos, pues festivales como el Cervantino le llaman para operar, montar o incluso construir las escenografías de las prestigiosas compañías extranjeras que se programan.  Con esta medalla Mace recibe ahora lo que el teatro, a pesar de los años, no le había dado: un merecido aplauso.

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