El cielo excluido

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Los minutos dentro del infierno, proclamados hace más de tres décadas en el álbum Drunk on the pope´s blood, significaron el inicio de un camino sin retorno y lleno de bretes para Nick Cave. La simple descripción de experiencias y la estructuración de temas “pegajosos” –elementos inseparables en la composición del rock pop–, no fueron una alternativa para satisfacer el deseo por relatar el abismo personal de Cave.
Desde la época de los Birthday Party, el músico australiano visualizó a la canción como una forma de expresión de violencia y dolor, del terror más intimista, apartándose del falso drama. El disco Push the sky away, el material más reciente de Cave, renueva esa visión a través de un trabajo minucioso, de una belleza provocadora, que lo ratifica como un autor que no utiliza a la canción como un paliativo.
Acompañado por los Bad Seeds –el grupo de cabecera de Nick Cave, que en esta ocasión no cuenta con la colaboración de Mick Harvey, uno de los miembros esenciales de la agrupación, e incorpora a Barry Adamson, veterano de las andanzas del pasado–, el también escritor produjo una grabación en que se posiciona como un perspicaz observador, que reconoce el paso del tiempo y encuentra la vitalidad suficiente en las expresiones cotidianas más actuales.
“Entré al estudio con un puñado de ideas, sin forma”, dice Nick Cave. El autor de “We no who U R”, continúa: “Fueron los Bad Seeds quienes incluyeron cosas maravillosas”. Cave explica: “Ellos son diferentes a cualquier otra banda sobre la tierra, por su pureza, instinto e ingenio”.
Dig, Lazarus, Dig!!!, el penúltimo disco de Nick Cave and The Bad Seeds, un compilado de canciones de sonido extremo (algo nada raro en la obra del músico), fue una producción con un acercamiento hacia la estética del primer trabajo de Grinderman, el proyecto alterno que mantiene Nick Cave con Warren Ellis, su cómplice más cercano en los últimos años. Ahora, en Push the sky away, Nick Cave and The Bad Seeds retoman lo hecho en grabaciones como No more shall we part –quizá el álbum más penetrante de este músico–, pero con un halo menos trágico.
Push the sky away tiene como carta de presentación “We no who U R”, canción que posee distintos matices musicales: de la suavidad impresa en los coros y la flauta transversal, hasta los momentos de tensión creados por los instrumentos de cuerda y los sintetizadores. En la visión renovadora de Cave, los términos evolución o cambio carecen de sentido. El cantante exclusivamente muestra la necesidad de vivir el momento artístico que atraviesa a plenitud, en una etapa en que la heroína fue cambiada por esposa e hijos.
Cave saca provecho de la experiencia como compositor para otorgar el peso exacto a las canciones. “Jubilee street”, el segundo sencillo de Push the sky away, uno de los cortes más rítmicos, es un testimonio de que lo confesional se encuentra en segundo plano. “Water´s edge”, tema que recurre en algunos momentos al spoken word, y “We real cool”, representan los cortes más recios, enriquecidos con la voz de Cave. Por su parte, “Mermaids”, habla de la creencia ciega, lo que el músico llama seriamente: “los absurdos”.
Respecto a Push the sky away, Nick Cave dijo a Brenda Otero, periodista del diario El País: “Las canciones van de la mano, comparten referencias y tienen que apreciarse juntas. Mi manager me preguntó si de verdad esperaba que los chavales se sentaran durante 40 minutos a escucharlo, y yo le contesté que por supuesto que sí. En la industria de la música todo está en el aire, nadie entiende nada, todo vale y hay espacio tanto para la gente que saca un sencillo al mes, como para un álbum como el mío”.
Nick Cave divide el tiempo entre la escritura de novelas, la elaboración de guiones para cine y la creación de bandas sonoras. En este último terreno, Days of grace y Lawless, representan sus trabajos más recientes.
Los días de From her to eternity, Your funeral…my trial, The good song o Let love in, han quedado lejos, aunque por su relevancia, el tiempo no ha conseguido desvanecerlos. Push the sky away parece seguir a ese mismo destino.

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