El cactus el sombrero y el sarape

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“Durante mucho tiempo, la imagen de México en el extranjero —sobre todo en Estados Unidos—, fue la de un cactus donde se encontraba respaldado un hombre, sentado, con sombrero de ala ancha, que cubría su rostro y con la cara apoyada en sus rodillas, todo cubierto con un sarape. Ese hombre era México: dormido, holgazán, sin perspectivas de futuro”, escribe Aristarco Regalado Pinedo en su libro La construcción del imaginario. La imagen de México en Francia, 1861-1867, un libro no sobre la historia de México, sino sobre la versión que de México ha prevalecido desde hace siglo y medio, y en la que convergen inquietudes sociales, políticas y culturales.

La pregunta que ha dado origen a esta investigación realizada por el historiador y catedrático del Centro Universitario de los Lagos (CULagos) es, en apariencia, simple: ¿Los imaginarios surgen aleatoriamente producto del azar o se construyen voluntariamente? Sin embargo, la respuesta que exige representa, por un lado, un esfuerzo que requiere la revisión de fuentes bibliográficas a las que no se tiene acceso en nuestro país; por otro, el emprendimiento de una misión de reconstrucción no sólo descriptiva sino interpretativa del imaginario creado en torno al México políticamente inestable de la segunda mitad del siglo XIX, que pondría en cuestión la imagen proyectada internacionalmente —incluso en la actualidad— de nuestro país.

Para responderla, Regalado Pinedo ha recurrido a uno de los episodios definitorios en la creación de un concepto de país del que hoy hemos olvidado su origen. Ese momento es “el periodo que nosotros conocemos como la intervención francesa y que ellos llamaron la expedición a México. Ahí empiezan las diferencias porque la palabra intervención remite a algo ilegítimo, violento e ilegal, a todo lo que está prohibido diplomáticamente. En cambio, hay expediciones científicas y culturales, algo que parece más una invitación a conocer y cooperar con un país”.

La investigación (publicada por la Universidad de Guadalajara), se basa en la indagación de la prensa escrita en Francia entre 1861 y 1867 que recoge algunas de las ideas reinantes de aquel momento con relación a México y que dista significativamente de lo publicado en nuestro país durante la misma época. Las razones para tales diferencias son algunas de las aportaciones que Regalado Pinedo ofrece en las páginas de este recuento analítico de causas.

“El imaginario de Francia acerca de México, fue provocado en gran medida por Napoleón III, sobrino de Napoleón Bonaparte —llamado por Victor Hugo, Napoleón el pequeño— que llegó al poder con un golpe de Estado y estableció un régimen férreo que tenía controlada a la prensa. Ésta es la que fue produciendo un imaginario, en el que México es un país anárquico, analfabeto, y culturalmente retrasado. Un país salvaje pero, sobre todo, un país indefenso, que va de la mano con la idea formada entonces de Francia como un país civilizado y protector”, apunta Regalado Pinedo, que a partir del establecimiento de esta premisa aborda algunas de las implicaciones que existen en la construcción de una idea de salvajismo al mismo tiempo que de empatía con una nación tan lejana y al mismo tiempo tan importante para Europa.

“Entonces Napoleón III quería hacer de Francia un país hegemónico pero latino, de hecho, de entonces data el término latinoamericano en contrapartida de lo anglosajón; fue Michel Chevalier como su emisario quien lo acuñó. No existía entonces Italia como el país que conocemos hoy, así que Francia adoptó la responsabilidad de lo latinoeuropeo” y con ello justificó su presencia protectora —frente a los Estados Unidos— y civilizatoria —frente a la cultura anglosajona— en un país que, así visto, requería de su apoyo. Cuando en 1963 las tropas francesas se establecieron en territorio nacional (después de una de las batallas más recordadas en el ideario mexicano como triunfal, la del 5 de mayo de 1862), la necesidad de modificar el imaginario construido con grandes esfuerzos y costosos recursos, derivó en su evolución hacia un México menos indefenso gracias al ejército francés. Un México que ya no estaba lleno de bandoleros, en el que había orden, menos salvajismo y una cultura floreciente. Sin embargo, la guerra entre Francia y Alemania en la que Napoleón III fue vencido, no le dio a su gobierno el tiempo suficiente para terminar de erigir y consolidar la imagen laudatoria de la influencia francesa en un país latinoamericano. Así, la idea de México difundida durante el siglo XIX se enraizó en la memoria colectiva como un imaginario del que, con el paso del tiempo, olvidamos su punto de partida.

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