El anciano y su digno morir

    595

    No es lo mismo prolongar la vida que retrasar la muerte. Cada día a las salas de urgencias y terapia intensiva de nuestros hospitales ingresan pacientes ancianos en situaciones de salud crítica, cuyo índice de mortalidad está por encima del 95 por ciento. Esto obliga a que el médico pregunte: ¿Hasta dónde quiere que lleguemos?
    Antes de decidir si deseamos que nuestro ser querido sea intervenido con cuidados intensivos de soporte vital, como la intubación orotraqueal o reanimación cardiaca, es indispensable pensar en tres cosas: primero en la dignidad de su vida y de su muerte; segundo en la cronicidad de sus enfermedades, y tercero en el pronóstico médico basado en la evidencia científica y en la experiencia del clínico.
    Aferrarnos a toda costa al “quiero que se haga todo lo posible para que viva”, aun en contra de una inminente muerte, se convierte en un acto distante de procurar el bien del otro en su proceso terminal. Es exponer al anciano a más daños potenciales para su condición.
    Charlar en familia, acompañados del médico sobre la situación, nos permitirá decidir acertadamente y tener tiempo de calidad con nuestro anciano, procurando siempre su dignidad hasta la muerte.

    Artículo anteriorRelación educación-trabajo
    Artículo siguienteResultados de dictámenes de admisión, calendario ecolar 2014 B