Educación para el deporte

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El deporte es un componente de la educación de calidad, ya que es sabido que no sólo mejora las habilidades de los estudiantes en el proceso de aprendizaje, sino que influye en su rendimiento general; realizar actividades deportivas aumenta la disposición a la autosuperación, la autodisciplina, la responsabilidad, la capacidad de trabajo en equipo, la socialización y la solidaridad.

A pesar de que al deporte se le atribuyen amplios beneficios, son pocos los niños y jóvenes que mantienen una vida activa; según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, los estudiantes de 15 años que participan en actividades físicas moderadas al menos tres días por semana expresan niveles de satisfacción con la vida más altos que los estudiantes que no realizan ninguna actividad física. Sin embargo en México aproximadamente el cinco por ciento de los niños y el siete por ciento de las niñas no realizan actividades físicas fuera de la escuela.

Parecería que algunos años atrás los jóvenes asumían la condición de personas físicamente activas, que se preocupaban por su salud, pero el contexto social y los cambios tecnológicos que hemos experimentado en las últimas décadas han tenido implicaciones significativas en los niveles de actividad física, se prefiere pasar más tiempo frente a la televisión, computadora, jugando videojuegos, así como trasladarse en coche más que en bicicleta o caminando.

Estaremos de acuerdo entonces que el estilo de vida que predomina en nuestra sociedad es un estilo sedentario caracterizado por altos índices de estrés y de obesidad. Para contrarrestarlo, numerosos gobiernos han buscado masificar la actividad física, incorporándola no sólo a los programas de educación, sino también de salud, generando opciones para el uso adecuado del tiempo libre, tanto en lo individual como en lo familiar, con el objetivo de conseguir la mejora funcional de la imagen corporal y el uso constructivo del tiempo de ocio.

No obstante, en el fondo sigue habiendo elementos que limitan la práctica deportiva, como la falta de una política integral que articule el trabajo de las instituciones educativas y deportivas públicas y privadas para el fomento del deporte y se pueda dar seguimiento, como ocurre en los países desarrollados, desde el nivel formativo hasta el de alto rendimiento.

También se hace necesario que el deporte, además de realizarse en las instituciones educativas, se pueda practicar en otros contextos; que haya orientación por parte de entrenadores, padres de familia, profesores y otros agentes socializadores que sean significativos para los jóvenes.

Parece que crear conciencia en torno a lo educativo y formativo que puede resultar para todos el deporte en el desarrollo humano no es suficiente, el problema mayor se encuentra, quizás, en el propio diseño institucional del país para hacer frente a los retos que vive la política deportiva, ya que no existe una autoridad rectora capaz de hacer frente a estos desafíos.

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