Dormir y memoria lecturas de la mente

619

Mientras estamos durmiendo
En 1865 August Kekulé soñó a una serpiente mordiéndose la cola, lo cual le permitió resolver cual era la estructura del Benzeno, un problema que era tan importante de resolver que posteriormente se le ofreció un título nobiliario en Alemania.
Las últimas investigaciones están demostrando que la historia de Kekulé no es un evento aislado sino que, cuando estamos dormidos, nuestro cerebro está muy ocupado trabajando haciendo nuestros recuerdos más resistentes.
 
Dormir para recordar
Esto es un descubrimiento reciente que ha sorprendido a más de uno, puesto que, hasta hace no mucho tiempo, se pensaba que al dormir nuestro cerebro también descansaba. Por ejemplo, en 1953 se descubrió que al dormir pasamos por una serie de fases (la más conocida de todas es la de movimientos oculares rápidos, muy conocida como sueño REM, por sus siglas en inglés) que en conjunto forman ciclos de 90 minutos a lo largo de las siete u ocho horas de sueño.
Pero la idea de que dormir servía para la memoria despuntó en 1994, cuando los neurobiólogos Karni, Sagi y otros colegas de la Universidad de Weizmann en Israel, indicaron que sus voluntarios mejoraban su desempeño en una tarea de discriminación de objetos, siempre y cuando tuvieran una cantidad normal de sueño REM, ya que si se les despertaba cuando iban a entrar en esa fase de sueño, entonces no se presentaba este fenómeno de mejora de la memoria.
Para el 2000 Robert Stickgold y otros revivieron este descubrimiento y demostraron que el sueño realmente es necesario para que ocurra este mejoramiento de la memoria con al menos seis horas de sueño. Y en 2006 demostraron que el sueño cambiaba la memoria haciéndola más robusta y resistente a la interferencia de informaciones del día posterior.
 
Recuperación selectiva
Pero los efectos del sueño sobre la memoria van más allá de darle estabilidad a nuestros recuerdos. Una serie de nuevos estudios demuestran que en el sueño sólo se retienen los detalles más importantes de los acontecimientos que vivimos, sobre todo de los sucesos muy emocionales. O bien puede estarse haciendo una recuperación selectiva de los aspectos más difíciles de las tareas que se están aprendiendo.
Matthew P. Walker, de la Escuela de Medicina de Harvard publicó un trabajo en el 2004 en la que demostraba que cuando los sujetos estaban aprendiendo secuencias complicadas de tecleo en una computadora (como si estuvieran aprendiendo a tocar piano), dormir entre las prácticas hacía que aprendieran más rápido y de manera más coordinada los movimientos de los dedos; pero no sólo eso, mejoraron sobre todo en aquellas secuencias en las que les había ido peor y cambiaron también las áreas cerebrales involucradas en el aprendizaje, reduciéndose la participación del control consciente y del esfuerzo emocional.
Además, como se lo podrán imaginar por la historia de Kekulé, parece ser que ayuda al análisis de la información, posibilitando la solución de problemas e inferir nueva información. En el 2007 Jeffrey M. Ellenbogen, jefe de la división de sueño del Hospital General de Massachusetts, trabajó en una variedad de inferencia transitiva (como Juan es más alto que Gerardo y Gerardo es más alto que Ana, por lo tanto Juan es el más alto de los tres), pero con colores para hacerlo más difícil; encontraron que si se les daba 12 horas para resolver el problema muchos terminaban resolviéndolo, sobre todo si habían dormido.
O bien, en el 2004 Ulrich Wagner y otros del laboratorio Jan Borns de la Universidad de Lí¼beck en Alemania, demostraron que el dormir ayuda a la solución de problemas; les enseñaron cómo resolver un problema matemático por medio de un largo y tedioso procedimiento y les dejaron la tarea de repetirlo cientos de veces. Lo que no les dijeron a sus sujetos es que había una forma mucho más simple de resolver el problema. Lo interesante fue que en la siguiente sesión, 59 por ciento de los que habían dormido descubrieron la forma corta de resolver el problema, comparado con el 23 por ciento de los que no habían dormido.
Reactivando patrones
El mecanismo exacto por el cual se da esta mejora no es muy bien conocido. Para entender la explicación que se está proponiendo, debemos de recordar que la memoria se deriva de cambios en la conexión que tienen entre sí cientos, miles o quizás millones de neuronas formando patrones de actividad que tienden a ser más o menos recurrentes. Recordar es pues la activación de un patrón de actividad de estas neuronas trabajando juntas.
Lo que se cree es que al dormir se reactivan estos patrones de actividad fortaleciendo los recuerdos de ciertos eventos; esta idea fue propuesta por primera vez en 1994 por los neurocientíficos Wilson y McNaughton de la Universidad de Arizona, cuando observaron que las neuronas que habían estado activas mientras unas ratas aprendían unas tareas que les estaban enseñando, seguían activas cuando estaban dormidas.
Hay muchas preguntas por contestar aún sobre el tema: no se sabe cuáles son los mecanismos cerebrales exactos por medio de los cuales se da el mejoramiento; y no se sabe tampoco cuáles son los químicos o moléculas involucradas.
A ver si hay alguien que sueñe con la solución.

Artículo anteriorResultados finales del Programa de Estímulos al Desempeño Docente 2010-2011
Artículo siguienteEntre políticos te veas