Los mexicanos, y los jaliscienses no somos la excepción: hemos comenzado a resentir los cambios climáticos de las bajas temperaturas que cargan los actuales cambios estacionales. Todavía no llega el invierno y ya se han reportado temperaturas congelantes.
Algunos microbios también presentan una extraordinaria capacidad de adaptación preferencial, y con ello nos complican la existencia cuando irresponsablemente nos contagiamos a causa de descuidos e inercias. Por ejemplo, cuando no sabemos lavarnos las manos o por tocar objetos contaminados.
Es importante remarcar que las diarreas por rotavirus son culpables del 50 por ciento de las hospitalizaciones pediátricas. Además, las diarreas invernales que presentan a los rotavirus como agentes etiológicos, nunca son unicausales, es decir, siempre se pueden determinar otros microbios patógenos y oportunistas como acompañantes del proceso primario, situación que complica su propia evolución clínica por la imprecisión del manejo terapéutico.
Es necesario mencionar que las diarreas son parte de una sintomatología general caracterizada por continuas evacuaciones líquidas que deben ser controladas antes de que se produzca una deshidratación crónica que pudiese desencadenar un fatal desequilibrio electrolítico.
Entre los síntomas primarios de alerta inmediata, y que nos obligan a buscar la atención médica urgente en el centro de salud, hospital o consulta privada, encontramos vómito, diarrea continua y fiebre con dolor abdominal.
Bueno, si como dijo cierto personaje público, hay microbios que “llegaron para quedarse”, entonces depende de nosotros y de nuestras costumbres y tradiciones, que seamos capaces de cuidarnos y fortalecer el propio bienestar y salud. Si sabemos cuidarnos adecuadamente, los rotavirus y cualquier otro microbio existente en la naturaleza, podrá coexistir pacíficamente con nosotros sin ocasionarnos ningún daño ni afectación.
