Desde adentro y desde afuera

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    En una exposición normal, el visitante llega y se registra, en algunas ocasiones deja su bolso o mochila en la estantería y pasa a la galería. Recorre los pasillos y mira con atención las obras; algunos otros, que van por obligación, las recorren y las miran sin registrar ninguna observación. Las miran mas no las tocan, algunas se roban más la atención que otras. Recorren todo el lugar. Pasan por lo Con-Céntrico y por lo Ex-Céntrico, sin darse cuenta por dónde transitan.
    En esta ocasión, la exposición fue diferente, el transitar por lo Con-Céntrico y lo Ex-Céntrico no fue desconocido, ya que es el nombre de la muestra, el mirar las piezas y el observarlas, no fueron los límites, sino que los límites fueron más allá… El arte se pudo tocar, se pudo escuchar, se pudo palpar. Al ingreso, el visitante también se registró, también dejó la mochila o la bolsa en la estantería, pero justo al pasar por la puerta que parece un portal de rayos rojos, que inician pintados en la pared y terminan como telarañas de cortinas que se ciñen al piso, la exposición fue otra. El visitante se encontraba con objetos que no eran para mirarlos sino para jugar con ellos. Una escalera de tijera, ocupada por cerditos de alcancía color amarillo ocupaban sus escalones, un cubo de cristal, con espejos en su interior colgaba del techo y una sombra en el suelo, que emulaba la imagen de una pequeña pantalla en la pared, registraba la hora y huella en que fue utilizada por el espectador.
    Con el resultado del Taller Laboratorio de Instalación, impartido por Lydia Genin, lo primero que se tuvo que cambiar, fue el término de “espectador” como calificativo que se le da al visitante al Laboratorio de Arte Jorge Martínez, lugar donde estará la muestra, desde el pasado martes 14 de mayo, pues la palabra espectador puede definirse como aquél que mira con atención un objeto o que simplemente asiste a un evento. Aquí el espectador fue partícipe, fue una parte más del centro. Lo segundo que se tuvo que cambiar fue la función de las esculturas, las cuales provocaban filas, con el fin de tocarlas, de jalar un hilo y tumbar un dado o de escuchar lo que decía una serpiente formada de tubos de PBC, donde resonaban diálogos y balazos.

    Los talleristas
    José Pérez Piat caminaba por la entrada, antes de la inauguración. Entraba y salía con una sonrisa de nerviosismo en su rostro, saludaba a algunas personas y después volvía a pasar por el portal de rayos rojos y estando adentro miraba hacia afuera, como si estuviera esperando a quienes ya aguardaban por ingresar a la exposición colectiva Con-céntrico-Ex-céntrico. Después de que se dio el aviso de ingreso, el tallerista estuvo ahí, a un lado de su proyecto, no borró la sonrisa, sí parecía impaciente, seguro, pero con la adrenalina de presentar una muestra, la cual se proyectaba en su rostro.
    “Esta instalación se llama ‘Puercos S.A. de C.V.’ y trata del capitalismo, cada puerco representa un hombre o una organización, o sea una empresa; una empresa crece, va agarrando dinero como una alcancía, lleva todo un camino para eso y va escalando posiciones, entre el sistema y entonces, cuando llega a lo más alto y está en este péndulo del abismo, o puede tomar más éxito o llegar a la quiebra”.
    La representación que Pérez Piat realizó forma una fila de cerditos amarillos, que a su vez, parecieran dibujar en el suelo un signo monetario. La fila termina en una escalera, donde cada uno va subiendo peldaños hasta llegar a un trampolín donde el cerdito puede caer: en el fondo hay cerditos quebrados, los que ya cayeron; en la cima, hay otros, que siguen gozando de la altura. La pieza parece ser muy simbólica, sin embargo, agrega el autor, la pieza genera muchas ideas, no sólo desde el aspecto capitalista.
    “Mi mamá pensó que era algo religioso, que es un pasaje de la Biblia, donde llega Jesús a un pueblo y exorciza a unos aldeanos y los demonios se van a los puercos y los puercos se tiran a un precipicio, esa es la instalación, no se trata de un mensaje directo, depende de qué piense el sujeto acerca de la pieza y de lo que le ofrece la pieza en sí”.
    Por su parte, Andrea Bárcenas comentó que ella abordó el tema basada en la creación de una textura social que es como cuando “Te sales del círculo que es lo establecido, que te llaman excéntrico pero en realidad no es eso, es como solamente crear otro círculo”, con el fin de mostrar que lo único que se realiza es dejar un nuevo registro de la obra. La dinámica de la autora, consiste en crear un punto en una pantalla con un toque, el cual se dibuja en una proyección en el suelo, donde con un marcador se agrega la obra, para así, crear un nuevo círculo con la finalidad de salir de lo establecido.

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