Derecha o izquierda

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    Han pasado los tiempos en que la mente política se basaba en una escisión incorregible: izquierda y derecha. Considero que deberíamos aprender a ver a los organismos que nos rigen, no como una conciencia ideológica-política inmóvil (no sé cómo llamarla), sino como un ente más bien dinámico, activo.
    Esto en respuesta al texto publicado en la edición 587, de la semana anterior: creo que ya no existe ese perfil político totalmente de izquierda o totalmente de derecha. Se describe entre líneas a un gobierno de izquierda altruista, interesado sólo por el avance social, el bienestar, la equidad, la justicia, la libertad, la educación pública y laica, un gobierno hecho por y para el pueblo, ¡un gobierno basado en la democracia!
    ¿Y los derechistas? ¿Acaso no se promueven en tiempo de elecciones como poseedores de ese arquetipo?
    Basta de dicotomías. Un gobierno debe llevar como bandera esos objetivos, y nosotros como pueblo, como conductores de la democracia, debemos elegir a aquel que cumpla con lo dicho. Y si no, emitir nuestro voto, nuestra inconformidad, para que tal partido político ponga sus pies en polvorosa.

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