Del cristianismo de liberación al 68

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    Comprender el fenómeno del Cristianismo de Liberación es contar con una base para estudiar el año de 1968, recordado por las protestas del denominado “mayo francés” o la masacre de Tlatelolco. Esta es la tesis que propuso Luis Martínez Andrade, doctor en Sociología por la École des Hautes Études en Sciences Sociales de París, en la conferencia El Cristianismo de Liberación y el 68, que impartió en el Centro Universitario de los Lagos.

    En su charla, dijo que el cristianismo de la liberación es una corriente surgida entre las décadas de 1950 y 1960 en América Latina, entre unos pocos integrantes de la iglesia católica. Puntualizó que es común que sea estudiada desde sus supuestos teóricos, pero hizo hincapié en que una de sus características principales consistió en el compromiso que algunos sacerdotes y miembros del clero hicieron patente con los movimientos sociales de entonces.

    Si se amplía este margen de estudio hacia el sur de América, explicó, es posible constatar este compromiso social manifiesto en un sector reducido de la Iglesia católica. Desde el movimiento estudiantil en la Universidad de Santander, Colombia, que en el 64 tuvo una represión muy fuerte y generó el caldo de cultivo para movimientos guerrilleros, como en el que formó parte Camilo Torres, el famoso cura guerrillero; o la conferencia de Medellín, realizada del 26 de agosto al 3 de septiembre del 68 por el episcopado latinoamericano, en donde por primera vez se redacta un documento que habla del concepto de “opción preferencial por los pobres”, mismo que será central en la teología de la liberación. Además de la mención del pecado estructural (haciendo referencia a una estructura desigual), es decir: el capitalismo.

    Señaló que fueron épocas marcadas por las dictaduras militares, que se caracterizaron por la intervención de Estados Unidos a través de la CIA, o de los llamados “escuadrones de la muerte”, que llevaron a cabo una guerra de baja intensidad, en la que muchos de los asesinados fueron curas y miembros del clero que se solidarizaron con los movimientos sociales y la defensa de los derechos humanos.

    Puntualizó que cincuenta años después de los sucesos que acontecieron a nivel mundial en 1968, podemos hacer una especie de retrospectiva sobre la trascendencia del cristianismo de liberación.

    Actualmente, no podríamos entender movimientos como el Partido de los trabajadores, en Brasil, o el Zapatismo, en México, sin el trabajo de las comunidades eclesiales de base o las pastorales indígenas, respectivamente. Este trabajo representa un compromiso de la Iglesia con los pobres.

    Para finalizar, Luis Martinez afirmó que actualmente existen nuevas corrientes que amplían la figura de dominación y demuestran que este no es un ámbito restringido al tema de la clase social. A través de reflexiones sobre otros temas, como la dominación de género, se han llegado a observar causas como la teología feminista de la liberación.

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