Defendiendo la pluralidad

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Hace más de 150 años que Benito Juárez fijó la separación entre la Iglesia y el Estado, y aunque entonces aquellas Leyes de Reforma limitaron de manera distinta esta relación, sin duda fueron el antecedente de lo que hoy tenemos en nuestra Carta Magna.

Un Estado laico es aquel en el que las creencias religiosas no influyen sobre la política nacional, y en nuestro país el Artículo 130 de la Constitución Mexicana es el que mejor precisa la barrera necesaria entre el Estado y la Iglesia. Entre otras cosas establece que los ministros de culto “…tampoco podrán en reunión pública, en actos del culto o de propaganda religiosa, ni en publicaciones de carácter religioso, oponerse a las leyes del país o a sus instituciones…”.  Además, este mismo artículo también dispone que “los actos del estado civil de las personas son de la exclusiva competencia de las autoridades administrativas en los términos que establezcan las leyes, y tendrán la fuerza y validez que las mismas les atribuyan”.

De acuerdo con esto, nuestra Constitución está siendo violada por las cúpulas de la Iglesia Católica en México. Las autoridades eclesiásticas se han convertido en el lobo con piel de oveja; y es que la convocatoria a una marcha en defensa de la familia “natural” que apoyan por medio de la asociación civil llamada “Frente Nacional por la Familia”, deja ver su gran intromisión y oposición al tema del matrimonio entre personas del mismo sexo, lo que amenaza constantemente el laicismo de nuestro país.

Sin embargo, la actuación y reacción del Ejecutivo Nacional y del Partido Revolucionario Institucional en el Congreso de la Unión ante estos temas que ponen en tela de juicio la igualdad de derechos para todos los mexicanos, deja mucho que desear. La iniciativa que el presidente envió a la Cámara de Diputados hoy está en la congeladora, los legisladores no han puesto la discusión en la mesa y al presidente sólo le sirvió como tema mediático electoral. Estos abandonos en materia legislativa por parte de nuestras instituciones gubernamentales y la clara intrusión de la Iglesia implican un retroceso para la democracia y la igualdad de libertades en nuestro país.

Un Estado laico es aquel que está inspirado en los valores del pluralismo, de la libertad y de la tolerancia, en pocas palabras, en los valores democráticos; el Estado laico no es una nueva cultura, sino la coexistencia de todas las culturas. El Estado laico en el que vivimos está siendo socavado y junto con él nuestra soberanía.  Hoy más que nunca debemos defender el derecho de las minorías y el respeto absoluto a nuestra Constitución.

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