De vuelta al origen

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    MARIANA GONZíLEZ / JUAN CARRILLO

    Exiliados en la ciudad, indígenas zoques vivieron por décadas alejados de su cultura, su familia, sus fiestas tradicionales y el pueblo que los vio nacer. La erupción del volcán Chichonal, en 1982, destruyó sus casas, mató a más de alguno de sus vecinos, amigos y familiares.
    Tuvieron que migrar a Guadalajara o, mejor dicho, a su periferia. Las Pintas, Polanco, Polanquito, Miramar o la Basilio Vadillo fueron las colonias que sirvieron de refugio para los emigrados de Chapultenango, Chiapas, y a donde ya habían llegado otros “hermanos” indígenas un par de décadas antes. En la gran ciudad trataron de sobrevivir a la tragedia natural, pero sobre todo a la que viven todos los días: la discriminación y la falta de oportunidades.
    En agosto de 2007 volvieron al terruño, a la tierra que los vio nacer. La fecha era clave: Chapultenango celebra la fiesta de la virgen de la Asunción, patrona del pueblo.
    Sólo una parte de la comunidad de indígenas zoques que viven en la capital jalisciense pudo volver a ver a sus familiares y amigos. Treinta y siete de ellos recorrieron los miles de kilómetros que dividen a Jalisco con el sureste del país, en un viejo camión facilitado por el Centro Universitario de Ciencias Biológicas y Agropecuarias.
    “El costo normal hasta Chiapas es de más de 4 mil pesos, pero logramos hacerlo en 400 pesos por persona”, gracias a los apoyos que recibieron de diversas instancias universitarias, explicó Fortino Domínguez Rueda, migrante zoque y responsable del Proyecto región migrantes, de la Unidad de Apoyo a Comunidades Indígenas (UACI), de la UdeG.
    El viaje fue perpetuado en el libro El regreso al terruño. El caso de los migrantes zoques en Guadalajara, que recoge 75 fotografías del trayecto, tomadas por Aldo Ruiz Domínguez y que retrata aspectos de la celebración de las fiestas patronales, la importancia del maíz en las festividades y la lucha por recuperar las raíces autóctonas.
    Además contiene un prólogo del rector de la Universidad Intercultural de Chiapas, Andrés Fábregas Puig, y una introducción de Miriam Lizbeth Ambriz Aguilar y Fortino Domínguez Rueda.
    Durante la presentación de dicho volumen, Carlos González García, representante del Congreso nacional indígena, dijo que el regreso de los migrantes zoques a su lugar de origen es parte de lo que está sucediendo desde hace varios años en los pueblos indígenas del país, “quienes están viviendo procesos de revaloración y de reconstitución, en los que buscan darle vida y fuerza a los elementos culturales de nuestras comunidades.
    ”La exclusión y el racismo es lo que ha obligado a que muchos zoques utilicen la invisibilidad cultural como mecanismo para contrarrestar la discriminación de que somos objeto. Algunos zoques prefieren olvidar su lengua y su historia”, agregó Domínguez Rueda.
    ”Pero nos dimos cuenta que nuestra identidad seguía ahí, trastocada, eso no se puede negar, pero con las herramientas y la energía necesaria par ver aparecer un nuevo horizonte. Por ello decidimos organizarnos y hacernos visibles en la ciudad de Guadalajara, pero sobre todo para luchar por la libertad que como pueblo indígena nos corresponde ejercer”.
    Domínguez Rueda mencionó que parte de las ganancias del libro (120 pesos en la UACI, avenida Hidalgo 919­) servirán para fundar la asociación de migrantes zoques en Guadalajara, “en la que tengamos la libertad de reproducir nuestros bailes, religión, lengua y ejercer nuestra medicina tradicional”.

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