Dar vida

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Roberto tiene 29 años. Hace apenas unos meses tuvo gemelos y comenzó a extender el núcleo familiar que comparte con su esposa. Roberto y su mujer se conocen desde hace al menos una década y nunca supieron del problema de riñón que afecta a su marido. El doctor les pidió un trasplante con urgencia. Tenían solamente tres meses para encontrar donador. Los familiares no eran compatibles. Se movieron por cielo, mar y tierra. Comenzaron campañas y ofrecieron hasta un millón de pesos a la persona que tuviera la amabilidad de donar un riñón. Al final, la suculenta oferta no fue suficiente. Cinco semanas después, Roberto encontró un donador: un hombre de 43 años que había muerto apenas unas horas antes y que manifestó explícitamente que quería ser donador. Su muerte salvó la vida de una persona.

No se me ocurre nada más bonito que dar vida. Es una muestra de arrojo y despojo digna de aplaudir, en que el egoísmo se deja a un lado y se abraza la solidaridad. De nuestra voluntad depende la suerte de muchos. Dar vida después de la vida; dar vida cuando uno se despide del mundo.

Estoy convencido de que la mexicana es una sociedad solidaria. Una sociedad que entiende que lo que hagamos hoy, repercutirá en el país que tendremos mañana. Si plantamos un árbol, invertimos en educación o universalizamos la salud, estamos dejando un mundo mejor para las futuras generaciones. Cuando hacemos a un lado nuestros egoísmos y nuestros miedos, cuando somos lo suficientemente solidarios para alejarnos de nuestros tabúes y pensar en los demás, estamos trascendiendo los tiempos y siendo partícipes de la construcción de un mejor futuro. Por ello, donar órganos en vida, si es posible, o en la muerte, si constituye la voluntad de la persona, es la mejor forma de materializar nuestro compromiso con nuestra sociedad, nuestro país y con nosotros mismos. Decir sí a donar órganos es decir sí a la vida.

Sabemos que hay muchos tabúes sobre la donación de órganos. Que si donas te dejan morir en un accidente, o que van a traficar tus órganos. La desconfianza puede más que la solidaridad.

Ante esta realidad, como secretario general del Sindicato de Trabajadores Académicos de la UdeG, he decidido encabezar una campaña de “sí a la donación”, que pretende informar y hacer partícipes a los ciudadanos de una lucha que puede salvar la vida a miles de personas. Dar vida después de la vida es uno de los actos más nobles del ser humano.

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