DIEGO PETERSEN FARAH

969

Tras veintisiete años de carrera periodística, Diego Petersen Farah presentó en días pasados su primera novela: Los que habitan el abismo. La historia —narrada desde el género policíaco—, más allá de buscar la resolución de un caso, muestra sin ambages a los actores del mundo periodístico en una Guadalajara que se vuelve escenario y personaje novelesco.

¿Cómo es el cambio del periodismo a la ficción?
Es liberar la escritura. Los periodistas somos muy codos con la narración, nos vamos con la anécdota, porque estamos acostumbrados a eso. Para mí la experiencia fue encontrar una fluidez mayor, la sensación de que estás escribiendo y no sabes a dónde vas, y que en el periodismo no sucede, porque es más estricto.

¿Te ayudó el periodismo a crear la novela?
Hay cosas que sólo se pueden narrar desde la ficción. Sentimientos o descripciones y cómo se perciben, y aunque el periodismo avanzó mucho con lo narrativo de los años sesenta y setenta, tiene límites. El placer de escribir te puede llevar al ensayo o a la ficción, cuando el placer es escribir y no informar. Soy un periodista metido ahora a un oficio distinto, pero mi pasión sigue estando en cómo contar la realidad que nos pasa y cómo entenderla.

¿Qué tan difícil es utilizar esta ciudad narrativamente?
El problema no es de la ciudad. Sí hay una intención consciente de que esto sucediera aquí, hacer pinceladas de ella, pero que no la hace una novela local. Pensamos generalmente que hay ciudades que son objeto de novela y otras no, y lo que yo puedo aportar es este retrato de Guadalajara. La trato así, como un personaje más dentro de la novela, lleno de contradicciones, porque finalmente eso es la ciudad.

Uno de los escenarios que retratas es la redacción de un diario que es identificable con las de algunos medios locales.
Los personajes surgen evidentemente de las redacciones por las que yo he pasado, pero hay una mezcla al construir algo verosímil con anécdotas que muchos pueden reconocer. Han surgido con el libro recuerdos de la redacción de Siglo 21, pero nadie lo recuerda igual, porque como decía García Márquez: la memoria es aquello de lo que nos acordamos y cómo lo narramos, y cada quien tiene una versión distinta.

¿Una crítica al oficio?
El personaje de Eduardo fue el que creé para decirme todo lo que no hice antes. Del periodismo me espanta caer en la inercia. Llevo veintisiete años en esto, y siempre me lo planteé. No es que no quisiera dedicarme a ello, me espantaba el futuro dentro del periodismo, por lo que veía de amarguras y de cargas en los periodistas viejos. En el periodismo somos muy carentes de autocrítica. Hay que volver a repensar el oficio y ver si tiene sentido y es correcto lo que estamos haciendo.

¿Héroes incomprendidos los periodistas?
Quiero desmitificar eso. Desde que estaba en Siglo 21 decía: “No se quejen, es peor trabajar en un restaurante o ser recolector en el campo”. Tenemos esa desagradable tendencia al heroísmo. La idea de que “si me censuran soy de los buenos periodistas”, y hay un martirologio que no me gusta. El periodismo es un oficio más, lo defiendo y es importante, pero no somos ningunos héroes.

¿Ni las redacciones son templos de la verdad?
No. Bajo el periodismo que vivimos en los noventa, los que crecimos ahí, pensamos que eso era la eternidad, y no. Era un momento de construcción periodística, luego de antecederlo un periodismo muy chato, porque había una gran agenda nacional que construía la democracia. Se creció entonces, pero ahora ya no hay visión de país, de estado o ciudad, sino una preocupación por la sobrevivencia.

¿Por qué la elección del género policíaco para contar esta historia?
Yo no era ni siquiera un gran lector de novelas policíacas. Pero al pensar en este libro creí que era la mejor manera de narrarlo, así que durante los últimos cinco años me he dedicado a leer esta literatura. La otra decisión fue que los reporteros fueran los investigadores y el policía un personaje colateral, que suele ser el personaje clave en la novela policíaca; el policía frustrado, aquí es el periodista el frustrado.

Algunos de los escritores mexicanos que han usado el género policíaco, como Paco Ignacio Taibo II, crean personajes que bordean en lo cómico, ¿intentaste esa vena?
Son personajes sórdidos con humor negro. La intención era hacer una lectura agradable más que cómica, pero sí con mucha ironía. Los anglosajones tienen más finura en su humor, pero los de aquí son más sórdidos, atascados. Pero cuando vemos quiénes son nuestros policías investigadores no está muy lejos de lo que refleja Taibo II.

Artículo anteriorUn municipio lleno de historias
Artículo siguienteConvocatoria para la elección de consejeros académicos y alumnos al Consejo General Universitario