Vicente Gayo es un claro ejemplo de la alienación musical que persiste desde hace unos años, y que en momentos parece no ceder. Con poca personalidad en sus composiciones y una ausencia de visión sobre su trabajo, el grupo entrega un álbum mediano, contagiado por la ingenuidad y el toque de lo previsible. Un disco que revela las carencias de la agrupación, pero, principalmente, la urgente necesidad de definir una ruta musical y carácter propio.