Cristina Rivera Garza

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Cristina Rivera Garza, en su más reciente libro, estudia a uno de los escritores más importantes de México, Juan Rulfo, y propone otras miradas y otras perspectivas que difieren de los clásicos estudios literarios: un Rulfo que trabaja en el gobierno, un Rulfo que traduce y un Rulfo en la sociedad, por mencionar algunas de las caras que Rivera Garza propone. Había mucha neblina o humo o no sé qué (Random House, 2016), es un libro que le llevó ocho años a la escritora, y que se presentó en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara.

Rulfo siempre estuvo presente en tu literatura y en tus estudios, pero más allá de ello, ¿cómo nace esta investigación?

Es el libro de una lectora devota por un autor que me ha acompañado por mucho tiempo. He leído a Rulfo desde que tengo noción de ser lectora, pero la idea inicial de que esto iba a ser un libro nació alrededor de hace ocho años, leyendo a profundidad, tratando de investigar otro tipo de cosas y tratando de meterme no tanto en su vida personal, sino en su vida laboral para intentar descubrir cómo los quehaceres cotidianos afectan a los procesos creativos; el momento en que me di cuenta de que tenía algo interesante tuvo que ver con esta famosa frase de Ricardo Piglia, que decía que tal vez la historia de la literatura estaba en los registros de trabajo de sus escritores, eso era en lo que yo había estado trabajando. De ahí seguí con más empeño y metodología. Investigué en los Archivos históricos del Agua, fui a los lugares a los que Rulfo fue como asesor de este programa de la Comisión del Papaloapan y, en fin, estuve inmersa en una larga lectura al respecto.

¿La imagen que tenías de Rulfo como lectora, cambió luego de esta investigación?

Ha cambiado mucho y espero que siga cambiando, esto es como una especie de pausa en nuestra relación, lo que quise ofrecer fueron diferentes direcciones de lectura sobre su libro y sobre él como personaje, y las hice yo misma. Hubo partes en que, de plano, me senté a hacer transcripciones exactas de partes completas de Pedro Páramo, porque así es uno (risas), supongo que eso pasa cuando quieres de veras.

Propones una visión de Rulfo más en la ciudad que en el campo, ¿en qué parte de la lectura te relacionaste con esto?

A Rulfo casi siempre se le asocia ya sea con la Revolución mexicana o con la Guerra cristera, en todo caso con el mundo rural y por supuesto que hay muchos elementos que permiten esa lectura. Sin embargo, a mí me llamó mucho la atención en varias de sus cartas y en varios de sus escritos lo mucho que Rulfo padecía y disfrutaba la Ciudad de México, a la que él llegó como un migrante, y como tal creo que lo deslumbraba y lo apesadumbraba. Estaba hablando con un Rulfo muy rural y de pronto muchas de las cosas que había estado leyendo tenían que ver con un proceso de modernización de la época, a través del cual el campo mexicano estaba recibiendo cada vez menos y menos apoyo. Empecé a pensar en Comala como el lado B de un proceso de modernización, como un proceso de ruinización de lo que los que estaban en la ciudad no podían ver, eso es algo que Rulfo vio, este Rulfo rural visto un poco más anclado en la ciudad, visto desde proyectos importantes en el desarrollo del país, vendiendo llantas y después organizando una revista en un momento en el que el turismo empieza a emerger con una gran influencia económica, como investigador y como asesor de uno de los más ambiciosos proyectos del alemanismo, la Comisión del Papaloapan —que ahí damos con un Rulfo conflictivo y problemático, con una gran empatía sobre lo que entonces se llamaba México profundo, cuya acción también contribuye a los terribles procesos de desalojo y de despojo de comunidades indígenas del área que tuvieron que suceder.

¿Y dónde encuentras al Rulfo interesado, en cierto sentido, a la diversidad sexual o de género?

Es también un Rulfo interesado en explorar una cosa que ahora llamamos sexualidades alternativas y que, supongo, éste no es el término con el que se le conocía en su época. Es muy carnal y lo vemos incluso en una novela que está tan en el limbo como Pedro Páramo: los cuerpos de hombres y mujeres parecen estar llenos de deseos conflictivos y de presencias muy sólidas, es uno de los pocos escritores que se han referido a la menstruación, por ejemplo, o a cuestiones de aborto y hay guiños a lo que denominé como un Rulfo Queer, hay una exploración donde la confluencia de géneros es vista sin tanto trauma, como en una escena en donde hay un nombre que se dice en masculino y se dice femenino y luego dice que eso no importa, ese tipo de lectura es la que estoy proponiendo, sigue siendo nuestro gran autor experimental, según lo veo, y hay muchas lecturas relacionadas a ello.

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