Convento de frivolidades

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    El peligro de ignorar el trasfondo y el contexto ideológicos de otros momentos históricos es que sus reivindicaciones modernas caen sin freno en los abismos de la forma vacua. Sin otro sostén que los elogios del texto de presentación que acompaña la obra, las fotografías que componen Monjas Coronadas pretenden sin éxito reinterpretar en nuestra era la tradición barroca de los retratos píos de las monjas novohispanas durante los siglos XVII y XVIII. 
    Según la explicación curatorial, el propósito de Elizabeth Beristáin sería explorar la feminidad contemporánea por medio de objetos elegidos por las propias modelos, los cuales provocarían un contraste con la “sombría vestimenta religiosa”. 
    Las monjas coronadas buscan, pues, valuarse en el simbolismo pero, ¿cómo interpretar una relación basada en la ignorancia?, ¿cómo establecer una relación entre una tiara de panquecillos coloridos y el hábito, negro no por “sombrío” sino por el perpetuo luto de las esposas de Cristo?
    En ílter Ego, la casi desconocida y siempre desperdiciada galería que se ubica en el Centro Cultural Diana, una tras otra las ocho piezas de la serie ostentan títulos obvios o futiles como “Sin etiquetas” (para una embarazada con el yin-yang por medalla y la imagen de un loto y un enjambre de etiquetas de precio en blanco por corona), “Tejiendo vida virtual” (maraña de estambres en la cabeza, chambrita blanca, el susodicho iPhone y unas agujas) o “Reflexionando” (la única mujer de edad madura, abrazada por otra joven y desnuda).
    Elizabeth Bersitáin es esposa del cinefotógrafo Gabriel Beristáin, originaria del DF y asentada en California, Estados Unidos. Monjas Coronadas se presenta en el marco del FICG26 durante un mes en la galería ílter Ego del Centro Cultural Diana (Av. 16 de septiembre 710) de lunes a viernes de 17:00 a 20:00 horas.

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