Con talento originario

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Entre libros, cuentos para niños y recetas de cocina, en la sección “De y para los pueblos indígenas”, de la Biblioteca Pública del Estado de Jalisco Juan José Arreola, se encuentra su coordinadora Nilvia Ordón Regalado, mujer amable y sincera de plática, zapoteca de origen y atenta a no juzgar al ser humano por su condición étnica, racial o económica. Nilvia pertenece a un grupo selecto de hombres y mujeres que hablan una lengua indígena en la Universidad de Guadalajara. En 2011, con tan sólo 300 libros emprendió la tarea de dar vida al acervo sobre pueblos indígenas; actualmente, con más de 6 mil títulos, la colección es fortalecida con la lectura en voz alta de cuentos en lengua zapoteca del Istmo para niños y adultos.  Beneficiada por el Programa de Becas de Posgrado para Indígenas (Probepi), una mancuerna del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS) y el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) desea abonar al estudio sobre el  género en torno a los “muxes”, hombres zapotecos que han asumido el “rol” de mujer en su comunidad.

“Descendió de las nubes” y se asentó en Guadalajara
Oaxaqueña, oriunda de Tehuantepec, pertenece al grupo étnico de zapotecas del istmo, conocidos como binnizá o “los que descendieron de las nubes”, cursó una educación básica que le impuso el español no obstante la lengua principal de su comunidad es el zapoteco. Aún hoy, en Santa María Xadani, comunidad que le vio nacer, con diez mil habitantes, tan sólo el 1 por ciento de la población habla el español. Existen limitadas posibilidades para la educación superior para los hombres y en general es un lujo escaso que las mujeres estudien la preparatoria. En su cultura las mujeres se casan a partir de los 13 años, y el sustento económico pasa a ser de los maridos.

Por eso, “no es conveniente mandar a las mujeres a estudiar”, comenta Nilvia, que además de migrar al occidente del país, es amante de la literatura y las ciencias sociales. En su infancia  se ocultaba para hojear los libros, “decía que iba a lavar, pero siempre me llevaba la ropa limpia”.

A los 15 años llegó a la perla tapatía  en compañía de una tía, “aquí comencé a trabajar de empleada doméstica; los estudiosos no se equivocan: los ciclos se repiten” y es que su madre y tías han trabajado antaño en las labores del hogar. La adquisición de mejores recursos monetarios y la posibilidad de estudiar le incitaron a no abandonar la ciudad. Sus padres nunca quisieron que se fuera del hogar, pero los años, la alegría e inteligencia han comprobado que pese a grandes dificultades (especialmente el idioma) Guadalajara y sus habitantes le han recibido fraternalmente.

Nilvia estudió la licenciatura en Historia en el Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH).

“Tuve serios problemas al comenzar la licenciatura; para redactar era pésima, pues en mi lengua natal no se nombra el sujeto, se infiere”. Pronto obtuvo la oportunidad de trabajar en el archivo de la Real Audiencia perteneciente a la Biblioteca pública del estado y continuar en la colección de Pueblos indígenas. Ahora piensa en su proyecto de maestría y su mirada está puesta en obtener un doctorado.

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