Comités de ética

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El desarrollo de la ciencia, la sociedad y la tecnología nos pone frente a dificultades éticas inesperadas ante las cuales no podemos ser indiferentes, ya que hasta el ignorarlas puede acarrear consecuencias indeseables. La complejidad de muchos de los problemas hace necesario que sean especialistas de diferentes ámbitos y miembros de la sociedad civil quienes participen en su análisis y propuestas de solución. Por complejidad me refiero al hecho de que no es posible atender un problema exclusivamente desde la experiencia o sapiencia que puede ofrecer una determinada profesión, haciendo así necesaria la participación de otros saberes a fin de tomar decisiones mejor sustentadas.

Un ejemplo que nos permitirá ilustrar lo anterior es el siguiente caso hipotético: “Una mujer católica con tres meses de embarazo que es atendida en un hospital público adquirió una extraña enfermedad degenerativa que la sitúa ante el siguiente dilema: o interrumpe su embarazo e inicia un tratamiento o corre el riesgo de permitir que avance la extraña enfermedad”. Un enfoque liberal propondría que es exclusivo de la mujer el tomar la decisión en cuestión, pero, aún así, la alternativa que se elija estará mejor sustentada si se consideran las opiniones de los especialistas del área médica sobre las características de la enfermedad adquirida, las legislaciones vigentes en torno a la interrupción del embarazo, así como las implicaciones morales y sociales de la medida conveniente a seguir.

El ámbito de la salud y las ciencias de la vida ha sido pionero en la consolidación de comités de ética, ya que el impacto del desarrollo científico y tecnológico de la historia reciente nos ha colocado ante interrogantes morales imprevistas, algunas veces aterradoras y con frecuencia interpelando la conciencia moral de los participantes. En este sentido, muchos países, entre los que se cuenta México, han optado por la conformación, principalmente, de dos tipos de comités de ética: los comités de ética hospitalarios, encargados del análisis de dilemas morales que suscita la implementación de una medida referente a la salud del paciente, como el caso presentado en el párrafo anterior, y los comités de ética en investigación, que procuran reflexionar y ofrecer alternativas de acción ante los protocolos que implican, costos, impactos en la sociedad y la participación de humanos o animales en los procesos de investigación.

Dada la complejidad de los problemas que se atienden en este tipo de representaciones, en los últimos años se ha discutido sobre las cualidades que debe atender un comité de ética, entre las que destaco cuatro de las más debatidas.

Interdisciplinariedad. Dada la complejidad del tipo de problemas que se abordan resulta conveniente la participación de especialistas de diferentes campos. La Ley General de Salud propone la participación de médicos de distintas especialidades, profesionales de psicología, enfermería, trabajo social, sociología, antropología, filosofía, especialistas en bioética, abogados con conocimientos en la materia y representantes del núcleo afectado o de usuarias de los servicios de salud. Sin embargo, la cualidad de los problemas nos hace pensar que, en ocasiones, la participación de otras profesiones tales como economía, zootecnia, administración o ingeniería podrían aportar consideraciones importantes para lograr deliberaciones mejor sustentadas.

Pluralidad. Dada la diversidad de posiciones morales que interactúan en las sociedades contemporáneas un comité de ética ha de procurar su consideración. En este sentido, se supone que debe existir equilibrio de género, de edades, de posiciones morales, de afiliaciones religiosas y de posiciones políticas. Dicha integración no deja de ser polémica, ya que algunos considerarían que son suficientes las buenas razones por encima de las cuotas de representación social.

Autonomía. Me refiero a la ausencia de coacción entre los representantes para reflexionar y decidir. En este sentido, se propone que los miembros se encuentren al margen de compromisos con alguna fracción política o de la institución en que reside el comité. Resulta pertinente esta consideración ya que la fidelidad a un compromiso externo a las situaciones sobre las que se delibera obstaculiza la preferencia por las buenas razones.

Consensual. Ha de procurarse que las conclusiones sean resultado de un consenso, esto es una predilección por las mejores razones expuestas en los procesos de debate. Lo anterior matiza las votaciones por mayoría, excluyendo las pretensiones de imposición institucional, política, religiosa o moral.

Este tipo de comités han comenzado a operar en los ámbitos de la salud, pero no estaría nada mal pensar la instauración de comités similares en otras esferas que también generan incertidumbres morales, tales como el ámbito empresarial, la innovación tecnológica, la intervención sobre aspectos ambientales, la educación o las instancias decisorias de políticas públicas.

* Jefe del Departamento de Filosofía del CUCSH.

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