Carpe diem

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    No cabe duda que uno de los errores primarios del ser humano es aspirar toda la vida hacia un momento cumbre en su existir, el cual siempre ha de colocar en la inalcanzable tierra del mañana, en vez de tomar el fugaz instante actual y disfrutarlo. No concibe que vale más la pena sonreír hoy que ahorrar las risas para otrora. Le es más fácil, siempre le ha sido más sencillo consolarse con un mañana divino, con un futuro prometedor, que hacer del hoy un paraíso, porque es siempre más fácil esperar que aprovechar.

    Quien espera es un agente pasivo, no interviene en el marchar del tiempo, no busca su felicidad, sino que espera sea ésta la que se tope con él. Como si fuese la alegría la que necesitara del ser humano. Quien disfruta, es consciente de lo efímero que son el desfilar de los minutos, y decide ponerle un sentido a la incesante marcha de los mismos. Por lo tanto, tras toda esta secuencia de pensamientos, no sólo es válido, sino lógico, concluir lo siguiente: aquel que disfruta no se equivoca.

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