Carlos Zolla

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    Nacionalidad: argentino, naturalizado mexicano.
    Quehacer: es coordinador de investigación del programa Nación multicultural de la UNAM.
    Libro: recién publicó Los pueblos indígenas de México. 100 preguntas, que elaboró junto con su hijo.
    Explicación: con la emergencia de los pueblos indígenas en México y América hay una nueva información no sobre los indígenas, sino de los indígenas. Cuando nació en la UNAM, el proyecto México nación multicultural, su director José del Vall nos invitó a mi hijo y a mí a elaborar esta investigación, porque tiene un componente docente. Hay un curso estructurado en 12 facultades de la UNAM. Y entre los alumnos de las distintas carreras había preguntas repetidas: Cuántos son, cómo se les cuenta, desde cuándo hay registros confiables de población, qué es una comunidad indígena, hasta las novedades que se han producido con la reforma constitucional. Y entonces nos pusimos a trabajar en lo que coloquialmente le llamamos las 100 preguntas sobre los pueblos indígenas.
    Invisibles: en buena medida los indígenas mexicanos, pero también vale para los de otros países de América, han sido invisibles para ciertos tipos de políticas, proyectos, leyes, o sea, que no aparecían con una identidad y mucho menos como un movimiento social consistente, sino como un segmento importante de la población herederos de viejas glorias.
    A partir de 1974: aunque los procesos nunca son mecánicos y lineales, a partir de 1974, cuando en Chiapas se hace el Congreso indígena fray Bartolomé de las Casas, 20 años antes del estallido del zapatismo, por primera vez las ponencias del congreso las preparan los indígenas. Ahí surge un nuevo tipo de demanda, no solo los satisfactores básicos: educación, empleo, condiciones sanitarias, servicio médico y alimentación, sino también los derechos políticos y el perfil socioeconómico de los indígenas.
    Se dice: que los indígenas están excluidos del mundo de la producción, pero los indígenas están incluidos en un sistema asimétrico y hoy las remesas nos dan la prueba de eso, es decir, estos pobres que emigran, que parecieran autoexcluirse del mundo de la producción, en realidad, junto con otros migrantes, hacen de las contribuciones monetarias más importantes en un contexto internacional. Esto significa que empiezan a tener otro tipo de participación social, que se traducen también en demandas.
    La segunda cuestión: tiene que ver con la celebración de 1992, de los 500 años del descubrimiento o encuentro de dos mundos o conquista, donde empieza a apuntar una identidad indígena que va claramente más allá de los límites de la comunidad. Empiezan a reinvindicarse como indígenas, siendo indígenas, una categoría colonial, pero ese movimiento de reinvindicación que permea todo el continente une en primer plano la discusión sobre las sociedades multiculturales y las identidades nacionales.
    ¿Qué es esto?: de ser sanjuanero, pero también tzeltal, chiapaneco, indígena, pero también mexicano. Acompañados de fenómenos dinámicos como el cambio de perfil demográfico de las regiones tradicionales indígenas, es decir: indígenas urbanos, en los campos jornaleros, en las zonas tradicionales e indígenas en los Estados Unidos y Canadá. Esto le da al mundo indígena otro perfil que será determinante para las nuevas demandas.
    Estamos a escasos días: de ver a Evo Morales, el líder de los cocaleros indígenas bolivianos, llegar al poder presidencial. Si ese fenómeno se da no es para reinstalar el antiguo mundo indígena, que ya no existe, existe otro, sino para hacer nuevos pactos donde una minoría, o mayoría indígena como el caso de Bolivia o Guatemala, ponen de manifiesto que en la actualidad están agotados ciertos modelos de estado. O sea que nuestros sistemas actuales no fueron diseñados para sociedades multiculturales, y que puede surgir una propuesta alternativa de nación.

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