Canciones desde la suciedad

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    El recuerdo más próximo que tengo del cantautor asturiano Nacho Vegas, es el momento en que lo entrevisté para el suplemento O2 cultura, hace tres años. En aquella ocasión platicamos de sus inicios, música, influencias y la melancolía impregnada en sus composiciones.
    “No creo que predomine la tristeza en mis canciones, por lo menos en estado puro. Pienso que algo fuerte que pasa en tu vida es lo que te empuja a escribir una canción, y muchas veces estas cosas son negativas, pero el dolor tienes que transformarlo en algo que resulte positivo. En realidad lo que predomina en mis canciones es un intento por ordenar ese caos”.
    Hace unos días el diario El País publicó un reportaje sobre Nacho Vegas y el éxito que ahora tiene su carrera. Su disco más reciente, La zona sucia (Marxophone), entró en el lugar número tres de las listas de ventas en España y ha conseguido vender hasta el momento siete mil copias (dos mil de ellas en formato de vinilo).
    Con inteligencia y honestidad, Vegas mantiene una trayectoria ascendente. Sus composiciones se alejan cada vez más del estigma indie y tienen mayores posibilidades de proyección, sin dejar de lado la calidad y el “canto profundo” que las caracteriza.
    La zona sucia es un trabajo que se perfila como uno de los mejores en la discografía de Nacho Vegas. Temas como “La gran broma final”, “Reloj sin manecillas” y “El mercado de Sonora”, reafirman la charla que sostuvimos. “Cuando uno empieza a hacer canciones, tiende a caer en la primera persona, a ser muy confesional, y para que esto no suene como alguien que le está contando sus problemas a un amigo, tienes que buscar una pequeña distancia.

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