Caminar preguntando y la tierna solidaridad

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A más de 10 años de la rebelión de los indígenas zapatistas de Chiapas y de cerrarse el pacto de la clase política mexicana con el Tratado de Libre Comercio, con la sociedad del poder que conforman los grandes capitales y sus principales operadores políticos en el ámbito mundial, para dar continuidad al proyecto neoliberal del capitalismo y así lograr la hegemonía para las siguientes décadas, estamos en presencia de la crisis política más profunda que haya vivido el sistema político mexicano en los últimos 80 años: una crisis generalizada del conjunto de las instituciones que constituyen el Estado, del sistema de partidos, del gobierno, del sistema electoral, de la clase política que ahora, como en 1994, se divide respecto a la modalidad para imponer el proyecto globalizador neoliberal al pueblo de México.
Frente a lo anterior está la resistencia de miles de pueblos y comunidades del campo y la ciudad, que sin mayor protagonismo encaminan sus procesos a la construcción de la autonomía y el autogobierno.
En este contexto, el Ejercito Zapatista de Liberación Nacional, presenta la Sexta declaración de la selva Lacandona, una iniciativa político-organizativa que, como las anteriores, pretende dar un paso más en la constitución de la liberación nacional del pueblo de México con respecto a la dominación capitalista y avanzar en la construcción de la autonomía y la autogestión de los pueblos, comunidades y diversas sociedades civiles que conforman la nación.
La Primera declaración de la selva Lacandona fue la declaratoria de guerra al gobierno federal de Carlos Salinas de Gortari y su ejército mexicano; la segunda, el 10 de junio de 1994, y convocó a la Convención Nacional Democrática; la tercera, en enero de 1995, para la conformación del Movimiento para la Liberación Nacional; la cuarta, en enero de 1996, para inaugurar los cinco “Aguascalientes”, y para anunciar la conformación del Frente Zapatista de Liberación Nacional (FZLN); la quinta fue dada a conocer en julio de 1998, con la invitación a los mexicanos a luchar por el reconocimiento de los derechos de los pueblos indios y a manifestarse a través de una Consulta nacional sobre los derechos y cultura de los pueblos indígenas y por el fin de la guerra de exterminio.
Hoy el EZLN se declara anticapitalista y plantea constituir una izquierda política verdadera, para, después de dialogar con los movimientos y colectivos que luchan y resisten, conformar un Plan nacional e intercontinental contra el neoliberalismo.
Se trata ahora de hacer la resistencia y la lucha, ya no solo con los pueblos indios, sino con todos los explotados y desposeídos. Para esto, el EZLN se presentará en todo el territorio mexicano en donde existan colectivos que luchan y resisten, para escuchar y dialogar, y de lo que entre todos digan, dar contenido a ese programa o plan, para dejar de hacer el capitalismo, más que pretender destruirlo.
El asunto es la búsqueda de nuevas formas de relaciones sociales, nuevas formas de hacer política y, para ello se proponen viajar a todos lados y si es necesario permanecerán con los involucrados por tiempo indefinido para acompañar las luchas y movimientos de resistencia.
Existe una coyuntura que convoca a detenernos para pensar al margen del ritmo que marcan los medios de comunicación. La aplicación de una estrategia de “destrucción de lo que hace que México sea una nación”, realidad que ocultan, a través de una agenda, un ritmo y un tiempo.
En esta lógica se quiere imponer la idea de que ser de izquierda y al mismo tiempo gobernante y político profesional, es consecuente y coherente.
De acuerdo a como están las cosas y ante éstas las definiciones, pensar en qué significa ser de izquierda hoy, y no quién se dice de izquierda, por contraste respecto de quién es de derecha en México (en ese sentido la definición será por oposición a la ultraderecha representada por los miembros del Yunque, Opus Dei y los Legionarios de Cristo, que gobiernan desde el aparato del Estado mexicano), remite a un precepto que por sí mismo puede ser difícil de llenar en sus implicaciones políticas: la idea de ser anticapitalista, como consustancial a ser de izquierda.
De esta forma, ser anticapitalista, políticamente, lleva a optar por un cambio en el tipo de relaciones sociales y no solo con respecto a un cambio de los que tienen el poder para operar el aparato de Estado que, por sí mismo, es una de las relaciones sociales capitalistas.
El EZLN convoca a construir una izquierda verdadera y estará en las próximas semanas en todo el territorio nacional, para aprender y preguntar, acompañar y articular la resistencia y la rebeldía.

* Maestro profesor del Departamento de Sociología (UdeG).

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