Brexit y el euroescepticismo

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El pasado 23 de junio, el Reino Unido realizó el referéndum sobre su permanencia en la Unión Europea (UE), referéndum de mucha importancia. Desde que el Reino Unido (RU) se integró a la Comunidad Económica Europea en 1973, éste ha sido un asunto controvertido y con debates recurrentes sobre su posible salida de la UE. Esta fue la segunda consulta popular al respecto. La anterior la efectuaron en 1975. Entonces el 67 por ciento de los votantes se mostró partidario a permanecer en la UE.

La negativa del Reino Unido a seguir en la UE ha suscitado comentarios de todo tipo, como el de que se considera “una derrota para uno de los esfuerzos civilizatorios más importantes del siglo pasado”1, o que tiene una raíz xenófoba y chauvinista y es efecto de un nacionalismo exacerbado y retrógrado.

Además, hay que considerar que el hecho deja profundas lecciones económicas, políticas y sociales. En efecto, en materia de bienestar respeto a los derechos humanos e índice de calidad de vida, la UE es un referente para el mundo occidental. También desde el punto de vista de la cooperación sustentada en tratos iguales, la UE ha sido muestra de ello.

Una de las explicaciones a esta decisión del Reino Unido es el euroescepticismo2, que se ha venido gestando y fortaleciendo en la UE desde hace algunos años. En el euroescepticismo existe el hard o eurofobia, que implica la oposición frontal al proceso de integración europeo, o sea, a la existencia de la UE y a la pertenencia de un Estado nación a ésta. Desde otro ángulo, el soft euroescepticismo es una oposición al incremento de competencias de la UE y una crítica a ciertas políticas europeas que pasan por alto los intereses nacionales3.

De acuerdo a algunos especialistas, los europeos apoyan la integración en los años de bonanza económica y se hacen euroescépticos en las crisis. En 2006 casi el 60 por ciento de los ciudadanos europeos confiaba en la UE. En 2011 se redujo este número al 30 por ciento, porque la UE no implementó las medidas adecuadas para resolver la crisis económica.

Según el eurobarómetro, en la primavera de 2015 la confianza en la UE estaba creciendo, ya que alcanzó el 40 por ciento. Sin embargo, el 38 por ciento consideraba que la inmigración era el mayor reto al que se enfrenta la UE, mientras que para un 27 por ciento seguía siendo la situación económica.

De cualquier manera, el 60 por ciento de los ciudadanos europeos se declaraban escépticos frente al proceso de integración. Con todo, la opinión pública de la mayoría se puede considerar soft euroescéptica, pues no cuestiona la pertenencia de su país a la UE, sino la capacidad de las instituciones para resolver las crisis.

Otros aspectos interesantes se refieren a los beneficios y desventajas de la pertenencia a la UE.

Un ejemplo de beneficio es la libre circulación de bienes, servicios y capitales en un mercado de más de 500 millones de habitantes. Como resultado, en 2014 tres países de la UE (Alemania, Francia y Reino Unido) acapararon el 13.5 por ciento de las importaciones de mercancías en el ámbito mundial. En cuanto a exportaciones, Alemania, Francia y los Países Bajos agruparon el 14.5 por ciento del total mundial.

Una desventaja de la pertenencia de los países a la UE es el tema de que deben ceder soberanía hacia instituciones de carácter supranacional, con la sensación de la pérdida de identidad nacional, así como tener que renunciar a la oportunidad de entablar relaciones económicas de forma bilateral con estados ajenos a la UE.

De cómo termine el proceso y los efectos directos y colaterales de la separación del Reino Unido de la UE, en buena parte dependerá del avance o disminución del euroescepticismo y sus consecuencias. ©

1 La Jornada, editorial del 24-06-2016.
2 Domínguez, J. Salvador y Dörte Lena, (2016). “El euroescepticismo en la actualidad: fortalezas y debilidades en la Unión Europea”. Inédito.
3 Álvarez, M.V., (2012). “El euroescepticismo en una Unión Europea en crisis: ¿viejo fenómeno en nuevos odres?”. Revista Integración y Cooperación Internacional, número 13, pp.4-17.

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