Biodiésel desde aceite comestible

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    MARTHA EVA LOERA

    La generación de biodiésel a partir de aceite vegetal comestible es uno de los objetivos del proyecto de investigación que encabeza Sergio Ruiz Rivera, académico del Departamento de Estudios del Agua y la Energía, del Centro Universitario de Tonalá (CUTonalá).

    El proyecto inició hace un año con el procesamiento de 10 litros de aceite, pero ante el crecimiento de la comunidad estudiantil del CUTonalá, actualmente son procesados desde 20 hasta 40 litros por semana en el laboratorio de Nanotecnología. En él participan cinco alumnos de la licenciatura en Administración de Negocios e Ingeniería en Energía.

    El aceite utilizado para la fabricación de biodiésel proviene del laboratorio de alimentos o cafetería central del CUTonalá.

    Para el proceso es necesario una mezcla de alcohol y sosa cáustica o hidróxido de sodio, componente que se mezcla con el aceite en un vaso de precipitado para que haya una reacción química que tornará viscoso el líquido.

    Éste se deja reposar en una pera de decantación, hasta que la glicerina por su peso se concentre en la parte inferior (color marrón) y el biodiésel en la superior (color amarillo).

    Con este procedimiento, el 70 por ciento del aceite se convierte en biodiésel, es decir, se obtienen 700 mililitros de un litro de aceite. Los 300 mililitros restantes se transforman en glicerina.

    Gracias a la llave que tiene la pera de decantación al fondo, la glicerina puede retirarse, quedando solo el biodiésel. Este es lavado con agua cuantas veces lo requiera, ya que contiene mínimas concentraciones de ácido sulfúrico, hasta eliminar impurezas.

    El biodiésel resultante es calentado para que se evaporen los residuos de agua que hayan quedado. El producto resultante puede servir como diésel o biodiésel, cuyo propósito es utilizarlo para movilizar camiones y algunos medios de transporte pertenecientes a CUTonalá.

    El académico está concentrado en obtener mayor cantidad de biodiésel y mejorar sus propiedades físico-químicas para su óptima utilización. El biodiésel generado es almacenado para posteriormente probarlo tal vez el próximo año.

    Otro de los propósitos es realizar proyectos de investigación para el posible empleo de la glicerina restante. El académico no descartó que pudiera servir para elaborar jabones, y por lo tanto existe la posibilidad de venderla a fabricantes.

    Este biodiésel no genera más bióxido de carbono del existente, ya que emite la misma cantidad que el absorbido por la planta de la que se obtuvo el aceite vegetal. Por lo tanto lo catalogan en el rango de nula emisión.

    Una de las ventajas a favor del medio ambiente es que este proceso constituye una opción para que el aceite consumido en restaurantes o cafeterías no sea desechado en el drenaje, con la posibilidad de dañar mantos acuíferos, ya que el aceite comestible tirado al drenaje es capaz de crear una capa encima del agua difícil de eliminar, lo que evita que se oxigene, con la consecuente muerte de flora y fauna de los ríos o lagunas.

    En el suelo, el aceite puede afectar el humus vegetal y por lo tanto la fertilidad de la tierra.

    Ante el incremento de la comunidad estudiantil, así como del aceite usado en el laboratorio de alimentos o cafetería principal de CUTonalá, uno de los planes es que dicho plantel universitario cuente con una planta que pueda transformar hasta 100 litros de aceite.

    Para ello es necesario un tanque de 100 litros, motor de agitación, tubería para cambiar los líquidos de uno a otro, lo que sería útil para los lavados y proceso de transformación.

    El investigador recordó que CUTonalá está en un proceso de certificación ambiental para buen uso y manejo de los residuos, esfuerzo al que se suma la generación de biodiésel a partir de aceite vegetal.

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