El derecho a la salud es parte de las garantías individuales de que gozamos como seres humanos. La seguridad social tiene como finalidad garantizar la asistencia médica, la protección de los medios de subsistencia y los servicios sociales necesarios para el bienestar individual y colectivo.
A pesar de esto, es común escuchar a las personas quejarse del mal servicio que presta el Instituto Mexicano del Seguro Social, ya que uno de los principales problemas por los que atraviesa es la falta de medicamentos, pero esto no significa que siempre sea malo el servicio que da.
Ante dichas deficiencias, algunas personas compran seguros médicos, medida que puede ser contraproducente, sobre todo en el momento de utilizarlos.
Daré un ejemplo. Hace poco ingresó de emergencia al hospital San Javier una persona conocida mía. Cuando la dieron de alta, al cuarto día, resultó que no estaban cubiertos sus gastos médicos, ya que cuando llegaron los de la aseguradora y revisaron el expediente del paciente, no encontraron los reportes que justificaran realizar dicho pago. Así que se dieron a la tarea de lavarse las manos y pedir que liquidaran la cuenta.
Los gastos médicos que hicieron, sí los consideraba el seguro, pero el alta del paciente aconteció un domingo, día en que no acude el director del hospital y nadie resolvió el asunto.
Es obvio que alguien no estaba cumpliendo con su trabajo y responsabilidad en ese hospital. Al final la paciente tuvo que pagar el monto solicitado, dinero que no tenía en ese momento, además del desgaste físico y emocional que el asunto le ocasionó.
Al siguiente día los parientes se dieron a la tarea de recabar la información que el hospital debió tener en el expediente, y después le reembolsaron el dinero pagado.
Ante estos hechos, uno se da cuenta de la importancia de seguir manteniendo nuestro seguro social y de que las autoridades pongan más interés en resolver los problemas que enfrenta.
Ruth E. Ortiz Saldívar,
rutheortiz@hotmail.com
