Bailar como se pueda

1089

Toñito, un chico de trece años, no podía mover brazos, ni piernas y pies, pero sí sus ojos. Por eso el coreógrafo y bailarín David Serna Sesma lo motivó a que danzara con la mirada, a expresar con ésta ritmo y armonía. La madre lo dejaba a su cuidado todos los martes y jueves, de dos a cuatro de la tarde, antes de entrar a sus clases de zumba. “Ella me consideraba una especie de niñera. El joven llegó a mover levemente la cabeza, los brazos y las piernas”, cuenta David Serna, quien estudia la licenciatura en Gestión Cultural, en el Sistema de Universidad Virtual (SUV).

La historia de Toñito es uno de los casos de éxito del Ballet Mexicano de la Discapacidad que proporciona la oportunidad a personas con esta característica de expresarse artísticamente. “Toñito y yo nos comunicamos con el corazón, pero su madre después de cuatro años, dejó de llevarlo a clases. No sé por qué”.

El Ballet Mexicano de la Discapacidad es un movimiento artístico que surgió a iniciativa del mismo David Serna en la Ciudad de México en 2009, como una compañía profesional de danza. Actualmente también lo conforman un consejo académico, encargado de hacer investigaciones en torno al proceso creativo, integrado por diez personas, entre activistas, artistas y académicos; y una academia de arte donde la propuesta es que artistas con discapacidad enseñen a otros chicos con esa misma característica a expresarse a través de la fotografía, literatura, clases de danza y artes plásticas. Por lo pronto participan dos instructores y un coro que interpreta canciones en español, lenguas autóctonas u otros idiomas, pero con lenguaje de señas.

“Somos un grupo independiente y no tenemos apoyo de ninguna institución, ni de ninguna figura pública o privada. Trabajamos literalmente en la calle, en un parque público de la Delegación Iztapalapa, en la Ciudad de México. Ahí hacemos el proceso creativo de las danzas antes de llevar al escenario. Nos llueve, nos tiembla, y ahí estamos”.
 
Un poco de historia
La historia de este movimiento se remonta a experiencias que sensibilizaron desde su niñez a David Serna, primero con su madre que movía con dificultad una de sus piernas debido a un accidente, después, en 2003, con dos de sus alumnos en el Colegio Lafayette, a nivel primaria, donde enseñaba danza.

“Yo observaba a María y Yaván, ella con secuelas de polio y el niño con una enfermedad terminal que le ocasionaba que pudiera mover los dedos, pero no podía subir los brazos.

Arriba del escenario representaron un baile con dos monos de peluches. Los dos niños hicieron todo un proceso creativo con ambos juguetes. Al terminar la coreografía esos alumnos fueron una revelación. Sus compañeros después de verlos bailar supieron que eran parte del grupo”.

David Serna dejó de dar clases para continuar los estudios profesionales en coreografía en el Instituto Mexicano de Bellas Artes (IMBA). Después regresó a la escuela, donde le dieron la triste noticia de que Yaván había muerto.

La partida del niño afianzó la inquietud del artista de continuar ayudando a los discapacitados a expresarse artísticamente, y en 2009 se decidió a dar el paso definitivo para fundar el Ballet Mexicano de la Discapacidad. Pidió apoyos, pero en más de una dependencia gubernamental le expresaron que los chicos discapacitados no entendían, ni sentían. “Incluso en mi casa me preguntaban qué tenía en la mente. Yo les dije: Lo voy a hacer. Por suerte me encontré a una alumna, Guadalupe Hernández, con el mismo interés. Me dijo: Yo estoy igual de loca que tú; ambos nos fuimos a la calle y empezamos a hacer demostraciones artísticas utilizando sillas de ruedas, bastones y muletas, la gente nos observaba, algunos se acercaron. Ese mismo año hicimos la primera presentación con tres bailarines discapacitados en el Centro Nacional de las Artes, en la Ciudad de México”.

Posteriormente, al ballet se agregó la academia, seguida del consejo académico y, finalmente, el coro. Actualmente hay treinta chicos, cuyas edades oscilan entre los cinco y veintiocho años que están participando de manera activa, ya sea tomando clases, dentro de la compañía o en el coro. Las actividades son diseñadas a partir de las habilidades de cada uno.

Actualmente hay alumnos con Síndrome de Down, discapacidades motrices, visuales y auditivas, entre otras. El Ballet Mexicano de la Discapacidad se mantiene económicamente de las representaciones de la compañía.

Artículo anteriorDictamen Núm II/2016/318
Artículo siguienteUna marcha por ¿miedo u odio?