Ariane Pellicer

1817

“Adoro esta maravillosa comunión que existe en el teatro entre el actor y el espectador dialogando”. Así corona Ariane Pellicer la conversación que nos regala a propósito de la presentación de la puesta en escena DF bipolar, escrita por Ximena Escalante y dirigida por Antonio Castro, en la que interpreta a una mujer que, al igual que la vida y la muerte, que la duda entre la denuncia o el silencio, es víctima de la bipolaridad que provoca el haber cesado de pensar; un personaje que en sus propias palabras “quiere huir haciendo del olvido un gran escape”.

La resistencia punk
Vengo de una familia donde hay dos actrices: mi madre Pilar Pellicer y mi tía Pina Peciller. Mi padre era escultor y mi tío-abuelo el poeta Carlos Pellicer. Una familia de artistas. Y justo por eso yo no quería ser actriz, porque por un lado, mi tía Pina se suicidó; y por otro, yo veía el trabajo que le costaba a mi madre esta profesión, ya que esto de ser actor no es tan fácil, es un proceso de resistencia y de lucha eterna. Así que en la adolescencia yo decía ser punk, me gustaba esa filosofía de vida que viene de Inglaterra, de trabajadores de las fábricas a quienes dejaron sin trabajo y sus hijos se preguntan ahora qué hacer si no hay futuro. Yo lo pensaba así, que era horrible esta sociedad y no teníamos a dónde ir. Entonces cierto día bailando en un concierto, Luis de Llano me propuso hacer un programa que yo no quería, pero me convenció. Así fue que empecé con el personaje de Nina la Punk en Los Cachunes [¡Cachún Cachún Ra Ra!] que en realidad era yo y hablaba algunas veces con frases de Baudelaire, de Rimbaud y todos los poetas malditos que metía subliminalmente, era muy divertido.

La pasión
Me gustó mucho esa participación en la televisión. Después recordé todo lo que aprendí del señor Juan José Gurrola, que desde niña me llevaba al teatro, a sus ensayos. Quizás desde ahí empezó mi curiosidad por el arte escénico. Más tarde me fui a Europa porque quería ver la ciudad donde había nacido, París. Una de las cosas que aprendes en el teatro es que tienes que vivir y viajar porque de eso se nutren los personajes, que no los inventas y los lees, sino que tienes que crearlos a partir de vivencias personales, al menos ésa es mi técnica. Al regresar seguí haciendo teatro y produciendo mis propios proyectos. El primero fue Nahui Ollin y el segundo fue la obra de William Blake Las bodas del cielo y el infierno, que produjo la Universidad de Guadalajara. Después conocí a Jorge Reyes y desde entonces los proyectos los hicimos juntos en una relación que es muy creativa llena de pasión y amor.

La entrega
Siento que en el alma sigo siendo punk, aunque ahora sí creo en el futuro y en que a través de la creación, la lectura y la cultura puede uno salvar su alma y seguir en este mundo sin sentirse vacío. Sin embargo, la carrera del actor es difícil porque hay momentos de abundancia y otros en los que no hay nada de trabajo. Es cuando debes preguntarte qué te gustaría hacer y tú mismo levantarlo, ésa es la forma de sobrevivir como actor, porque si te quedas esperando a que te lleguen a buscar te puede entrar una depresión terrible, ¡y no sólo le pasa a algunos, sino hasta a las estrellas más grandes; nos pasa a todos! Con todo, yo amo el teatro y creo el dicho aquel de que la televisión es para el productor, el cine para el director y el teatro para el actor, porque en el momento que te subes a escena ya nadie es dueño de ella más que tú, en diálogo constante con el espectador.

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