Ana Curra

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Ana Curra se para en el escenario enfundada en negro. Una máscara apenas deja ver sus ojos, mientras una larga capa se desliza sobre su esbelta figura. “Adictos a la lujuria”, canción de Parálisis Permanente incluida en El acto, primer y único disco de esta agrupación, inunda el bar donde nos encontramos, e inaugura un homenaje dedicado a una de las bandas más emblemáticas y transgresoras de la Movida madrileña, expresión contracultural que se gestó durante los primeros años de la España posfranquista, y que cambió el panorama musical de aquel país.

Parálisis Permanente fue la creación del fallecido Eduardo Benavente y Ana Curra, pareja seducida por las melodías de corte post punk, new wave y deathrock, pero especialmente entregada a una actitud crítica y sin tabúes. “El sexo y la muerte son los grandes temas, es lo que nos mueve a todos”, me dice Ana Curra poco antes de su primer concierto en Guadalajara. 

La cantante y compositora española, una de las figuras obligadas de aquel periodo, no pierde su idea: “Estamos hablando de cosas que reconocemos. Desde jovencita tuve esos mundos dentro y los traslado sin ningún esfuerzo”. Con voz grave apunta: “La verdad es que tampoco voy a decir que sea algo premeditado… pero me sale”.

Después de una trayectoria grande, de un encuentro con distintas épocas, ¿qué es lo que la inquieta?, le pregunto a Ana Curra, quien también formó parte de Alaska y Los Pegamoides, otro de los grupos de culto españoles. 

“Me inquieta cualquier reto que suponga siempre avanzar. Lo último que hice fue un disco de electrónica y piano que se llama Digital 21 vs Ana Curra, con el que giré por distintos teatros. Estuve con este material en Miami. Al margen de esa producción está la banda de punk que me acompaña. Trabajamos en nuevas canciones que pensamos grabar en breve”.
Su trabajo musical se distingue por hablar de odio, de amor, de sadomasoquismo, temas que por su tratamiento rompen con los clichés y abandonan los disimulos…

“Es algo que está dentro de mí, pero también está dentro de todos. A la gente le ha llegado esa estética, no sólo a nivel de imagen, sino como postura filosófica”. Curra detalla (quizás recordando los años que vivió bajo la dictadura de Francisco Franco): “Vengo de una generación y de una educación con mucha represión en lo religioso… en todo. Tuve que romper todas esas barreras desde joven, algo que hice a través de mi puesta en escena, de mis canciones con Parálisis Permanente. Aunque ya con Alaska y Los Pegamoides estábamos retando a todo lo que no nos interesaba. Queríamos experimentar y ver”.

La española, que creció escuchando a Bob Dylan, por una parte y por otra, a The Velvet Underground, se refiere al trabajo hecho con Eduardo Benavente: “Lo que pasa es que con Parálisis Permanente fue mucho más transgresor para el momento en que se dio aquello”. Continúa: “He tenido que buscar mi sitio como mujer en todo esto: en el mundo del rock y en una España que no era tan fácil”. No se detiene: “Es una propuesta consciente y elegida. Después de tantos años forma parte de mí. Es natural”.

La cantante se suelta después de algunos momentos de tensión, en especial por la prueba de sonido. Me dice que le gusta el póster que ella misma diseñó para el tour de México. La imagen es una mujer enmascarada, una imagen que, me comenta: “Es un guiño hacia la lucha libre mexicana”.

La Movida madrileña fue decisiva como un manifiesto musical, de arte, pero de alguna manera también significó una postura que involucró un cambio social, le digo a la compositora.

“La música puede cambiar a las personas, todos lo sabemos. A los 16 o 18 años de edad escuchamos una canción o vemos a un artista que nos cambia la vida. Es importante el poder que puede tener el rock en general. La gente debería de planteárselo desde que se sube a un escenario: la actitud es importante, y más en estos momentos de tanta información manipulada, caos, podredumbre y miseria. Más que nunca hay que ser un guerrero. El artista tiene que ir por delante, apostando y arriesgando, y no comulgando con la industria. Para mí eso es un artista: el que va por delante, viendo el momento, anunciado y denunciando, comunicando y transmitiendo”.

Sin embargo, su carrera se ha desarrollado desde distintas posiciones, desde el underground, por supuesto, pero también posee el acercamiento con la industria del disco.

¿Cuáles han sido las razones para mantener firme su postura como artista?

“Hubo una época en que me quisieron convertir en la Madonna española y venderme de ese modo”. Añade: “Recuerdo que les dije: ‘No necesito ser Madonna. Soy Ana Curra, y no envidio nada de otra persona’”. La cantante continúa: “Tengo mi propuesta personal. Estuve un tiempo en una multinacional, pero luego regresé otra vez al underground, porque te das cuenta de que no puedes hacer todo lo que quieres. Te cortan muchas alas. Al final, todo mundo sabe que después de treinta años sigo comenzando desde cero. Es el camino que he elegido. Tampoco tiene mayor importancia, pero es mi propuesta en la vida. Es mi decisión”.

Cuando hablamos de la Movida madrileña pensamos inmediatamente en Alaska y Los Pegamoides y Parálisis Permanente, dos grupos en los que usted desempeñó un papel determinante.

¿Cuando ve lo que consiguió, con qué se queda?
“Siempre me quedo con lo bueno. Soy consciente de que nosotros hicimos un camino que costó muchísimo, y de que ahora se han dado muchos pasos hacia atrás. Con que le llegue a unas cuantas personas que sean capaces de traspasar el testigo y el eslabón continúe… Me considerado minoritaria, y creo que la postura veraz de subirte a un escenario, de cantar una canción, de decir lo que sientes, lo que te rodea, lo que estás viviendo, lo que el cuerpo te pide, eso siempre le va a llegar a un tipo de gente. La historia que tengo recorrida me ha compensado. Me ha compensado porque en México me siento respetada, en España también. No vendo muchos discos, y no me llevan a grandes festivales; sin embargo, tengo un gran respeto por toda la crítica y por todo el público. Eso me compensa, porque además hago lo que quiero”. Esa parte sólo se gana con los años y el aprendizaje, le digo…

“Se gana con los años porque la gente ve coherencia en tu carrera. Entonces, debes tener épocas mejores, épocas peores, épocas en que te ocultas. Eso de estar año tras año sacando un disco lo veo absurdo, porque a lo mejor no tienes nada que decir, y no tienes por qué seguir la rueda de voy a hacer esto. Si vives determinada cosa, pues luego tendrás algo que contar, ¿no? Es un paso más lento, pero a la larga más de fondo”.

¿Qué pasa en España en este momento, me refiero al momento que vive la música?

“Muy mal. Hay muchísimos recortes en cultura. Desde las salas de conciertos, los promotores, y los grupos, en cuanto más jóvenes son, más les cuesta. Realmente es un momento muy triste después de donde estábamos, porque cuesta mucho. Es una lucha y, bueno… pues se lo comen los cuatro de siempre. Dentro del mundo indie hay tres o cuatro grupos que realmente son buenos. El resto no dice nada y van de tristes por la vida con un iPad y una super-guitarra. Es un poco patético, sin embargo, es la moda: una cosa que se llama indie que se supone es underground, de alguna manera, pero bueno, es un engaño, están dentro del mercado. Allí hay mucha morralla, hay cosas que no interesan”.

¿Qué significado tiene recuperar El acto?
“Es un homenaje a una época. Es un disco que ha mantenido alta la cabeza, que el paso del tiempo le ha sentado perfectamente. No ha perdido nada. Está en absoluta vigencia, y ha marcado a muchísimas generaciones”.

¿Qué le falta por hacer como artista?
“Todo (ríe). Absolutamente todo. En cuanto más haces, más te das cuenta de que te queda mucho por hacer, ¿sabes? Afortunadamente, porque si no, qué pena, qué triste y qué aburrido. Tienes que estar absolutamente todo el tiempo con una postura de inquietud y de asombro: como con los ojos de un niño a la hora de descubrir cosas nuevas, pero sumado a la sabiduría que ya tienes. No puede faltar la parte de querer seguir aprendiendo cosas, porque en el momento que te apalancas pasas a ser algo que a mí no me interesa en la vida. En definitiva venimos a aprender cada uno en su profesión. A mí me ha tocado la música, pero esto es extensible a cualquier ser humano. Si no te planteas mejorar cada día, pues es como estar muerto en vida”.

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