Acoso emocional escolar

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    En la zona metropolitana de Guadalajara, de enero a la fecha, se han suicidado 15 menores entre 10 y 17 años. Las causas de este fenómeno reciente en Jalisco, no han sido exploradas.
    A pesar de este hueco, sabemos que una niña de 13 años se quitó la vida a consecuencia del acoso emocional que vivió en la escuela. Sus compañeras no la querían porque “era bonita”. Ni sus padres y maestros se dieron cuenta de lo grave del asunto, conocido en Europa como “bullying” o “maltrato emocional escolar”. En España están alarmados y los padres de familia se organizan para contrarrestarlo.
    Los señores Emilio Avilés y su esposa Susana Covarrubias, padres de Emilio, de 11 años de edad, acudieron a quejarse ante la Secretaría de Educación Pública. El pasado 11 de agosto se enteraron que su hijo, alumno de quinto año de primaria, reprobó matemáticas. Alegan que como debían dos colegiaturas atrasadas, les fue ocultada de forma dolosa esta información. Nunca les advirtieron que estaba en riesgo de reprobar el año. En su informe ante las autoridades de Educación, señalan un hecho: “su maestra Flor dijo al menor pocos días antes del fin de cursos, que su mente no estaba desarrollada, como la de sus compañeros, que por eso no era inteligente”.
    Las palabras de la maestra Flor, de la escuela Agustín Yáñez, en la colonia Tulipanes, repercutieron seriamente en la vida de Emilio. Aparte de que se negó a regresar a la escuela, empezó a sufrir incontinencia urinaria nocturna, “síntoma claro de un niño angustiado”. El llanto de Emilio fue el punto de partida que llevó a sus padres a enterarse de aquello que lo hacia sufrir. Se dieron cuenta que lo humillaron muchas veces, que un día lo castigaron enviándolo a cuarto de primaria. “En tercero me sacaron del salón a jalones de pelo”, confesó el pequeño.
    A Marisa, de siete años de edad, el regreso a clases no la motiva. A su corta edad, ya la “etiquetaron”. Cuando estaba en tercero de kinder conoció la intolerancia. Cuando jugaban al “príncipe y la princesa”, ella eligió ser el príncipe, plantándole un beso en la mejilla a la princesa, igual que lo hace su mamá al saludar a las amigas que encuentra. Eso bastó para que la “improvisada” maestra, como la cataloga la progenitora de esta niña, la encerrara en una oficina mientras llegaba una pasante de la carrera de psicología, para que le hiciera todo tipo de preguntas.
    El ingenuo beso en la mejilla desencadenó el escándalo entre los niños y niñas, que no entendieron la impulsiva reacción de los maestros. Todos se dieron cuenta de que algo había ocurrido, aunque no supieran darle nombre al hecho.
    Desde ese día, el más triste para la pequeña, todo cambió. Para las inexpertas profesionistas de la escuela, a esta niña le gustan las niñas. Marisa ya no quiere ir a la escuela. No entiende qué sucedió. Dijo a su mamá: “me quiero cambiar de escuela, porque ahí no son justos”.
    Después del “beso” mandaron llamar a su mamá, quien muy apurada llegó a la escuela. A Marisa la tenían aislada en una oficina. La directora de inmediato afirmó: “mírela, sabe que es culpable”. ¿Culpable de qué?, preguntó la madre. La niña sentada frente a la psicóloga, dijo a su mamá: “este mundo no es bueno, tú saludas a tus amigas de beso, estamos jugando”.

    Un problema grave
    Para el maestro Francisco Gutiérrez Rodríguez, director del Centro de Evaluación e Investigación Sicológica, del Centro Universitario de Ciencias de la Salud (CUCS), de la UdeG, al acoso emocional escolar no se le ha dado la importancia que requiere, de ahí que no se haya detectado como causa directa del suicidio en los escolares. Sin embargo, no descarta que esos hechos obedezcan a situaciones de maltrato emocional.
    Afirmó que el maltrato emocional afecta en especial a niños que no han desarrollado una adecuada autoestima, que no tienen expectativas, satisfacción ante los logros, que no sienten pertenecer a un grupo social que les dé el soporte emocional que necesitan. Al sentirse etiquetados, los niños pasan por estados de depresión y se correlacionan con conductas autodestructivas.
    Informa que en esa unidad evalúan por semestre a 560 niños por ciclo escolar, y que la mayoría sufre maltrato. Son niños etiquetados como burros, amanerados, tontos, etcétera, quienes carecen de los mecanismos adecuados para defenderse, tanto para denunciar el abuso sistemático, como para ponerle freno.
    En la medida que un niño es catalogado como burro, éste responde con el “efecto Pigmalión” o de la profecía autorrealizable, porque las expectativas depositadas en él determinan sus capacidades y aptitudes, asegura el académico.
    Otro dato alarmante: en los hospitales civiles de Guadalajara, el año pasado fueron atendidos nueve mil pequeños por depresión.

    Suicidio anunciado
    Una niña de 13 años era rechazada por su apariencia física, por ser bonita. A la salida de la escuela las compañeras la atacaban, la acosaban. En casa, el papá le decía “así es el mundo” y que tal vez ella propiciaba tal rechazo. La madre la sobreprotegió, tanto, que la llevaba y recogía de la escuela, lo que provocó la burla de sus compañeras.
    Con sus padres la comunicación se concretaba al saludo: “¿cómo estás, cómo te fue?”, sin ir más a fondo. Ella nunca les expresó su enorme sufrimiento.
    Verónica Cervantes, jefa del Departamento de Psicología Forense, de la PGJE, quien realizó la investigación de esta muerte, dijo que entre 17 casos de suicidio en menores en Guadalajara, “esta niña mandó un recado a una amiguita, diciéndole que se iba a suicidar. Inclusive hubo un intento suicida en el baño de la escuela. El director habló con la familia, pero de forma superficial, a pesar de que estos casos son delicados y que debe acudirse ante una autoridad o un profesionista de la salud mental para atenderlos. No lo hicieron. La niña tenía buenas calificaciones”.
    Lo que dedujeron los maestros es que la niña era “presumida, la creída”, y no investigaron más.
    La historia no acaba con el suicidio de la pequeña. Los maestros se dieron cuenta que una de sus compañeras dejó un recado firmado en el pizarrón con el siguiente mensaje: “pronto te voy a acompañar”, otro signo de alerta que nadie atendió.
    Verónica Cervantes afirma que debe ponerse mucha atención a los vínculos familiares y de la escuela, ya que son los espacios donde se fortalece la personalidad de los pequeños.
    La falta de comunicación, de atención, los golpes y el maltrato, son suficientes para que un niño llegue a sentirse indefenso e infeliz. Como los maestros son los que más conviven con los niños, se dan cuenta de sus estados de ánimo, por lo que juegan un papel muy importante en la captación de los mismos.
    Los factores de belleza, gordura, delgadez, inteligencia, pueden generar rechazo y una conducta autodestructiva en los niños. Ante el acoso emocional éstos se niegan a comer, padecen insomnio, que los puede llevar al suicidio emocional.
    Lo más grave del asunto es que el acoso emocional a veces proviene de los maestros, indicados para proporcionarles soporte para la formación de su personalidad, en conjunto con los padres.
    Cuando el maltrato procede de los iguales, este proceso puede desconfigurarse –dice Francisco Gutiérrez Rodríguez–, pero esto “es definitivamente más grave” cuando proviene de aquellos que el niño espera le brinden apoyo y respeto, como son los maestros.
    Pepe, de 10 años de edad, serio como un adulto, comenta que ya está acostumbrado a que le digan apodos: “me ponen varios, como enano, tambito”. A Paula, que usa braquets en los dientes, le gritan “dientes de lata”. A Pedro “bola se sebo, bola de manteca”. Tres niñas confiesan que a su compañero Juan le dicen “joto”, porque “así parece”, comentan riendo. Y sin detenerse repiten la retahíla de insultos contra sus compañeros. No olvidan agregar: “la maestra es peor, a veces nos grita más feo. Un montón de cosas”.
    El psicoanalista Gabriel Vallejo Cerón cita otras posibles causas del acoso emocional en las escuelas. Asevera que aparte de la pobreza en la noción de lo que es un niño afectivamente hablando, por parte de los maestros, está la “agresivización” de la sociedad, que se deposita en la escuela, la cual se convierte en una caja de resonancia. Precisa que es ingenuo afirmar que este tipo de acoso pueda llevar al suicidio. Sin embargo, aclara: “el acoso crea fuertes deficiencias de la personalidad, fuertes incapacidades afectivas”.
    Un niño acosado termina con un cuadro de castración, minusvalía y de pasividad, lo que impedirá que sea productivo. Otra posibilidad es que se convierta en un psicópata que ataque a la sociedad, en un delincuente o en un enfermo mental que se deprime, presenta síntomas paranoicos y al que la sociedad debe atender.
    El acoso emocional cuando viene de un adulto, de un maestro, es más grave, porque anula al niño, lo descalifica y le corta el proceso de crecimiento en algunas áreas. “El quid del asunto consiste en saber qué es un niño y lo que necesita para ser feliz. Cuando resolvamos esto, podremos evitar conductas de esta naturaleza”.

    La Secretaría de Educación Jalisco opina
    La coordinadora de Educación Básica, de la SEJ, Ana Bertha Guzmán, niega el acoso emocional en las escuelas de Jalisco: “Si bien hay quejas de parte de padres de familia que consideran que la forma en que tratan a sus hijos afecta su rendimiento escolar, no es alarmante. Según las edades y los niveles educativos, es frecuente que los maestros se expresen con respecto a los niños de una manera que éstos no entienden. Por ejemplo, cuando les dicen gordito, flacucho, expresiones que pueden ser afectivas y que los niños no toman así”.
    Señala que hay un millón 500 mil niños en el sistema escolar de Jalisco, y que apenas se han registrado unos 30 o 32 casos con elementos que prueban que la manera en que los maestros abordan a los pequeños no es la más adecuada, porque podría lastimar su autoestima. “Comparado con el número de alumnos, esto no es significativo”.
    Sin embargo, agrega que para la SEJ, un solo caso es importante y que están trabajando para que no vuelvan a presentarse.
    Comenta que hay padres de familia cuyos hijos han reprobado y aducen el maltrato de los maestros como principal motivo, casos que revisan y pueden comprobar si hubo o no falta de disciplina en los niños, no tanto de los maestros.
    Para la funcionaria no hay ninguna relación entre el aumento de suicidios en la ZMG y la escuela: “categóricamente digo que no. Hemos revisado los casos de los escolares que se han suicidado, ya que nos enteramos cuando un niño fallece por esa causa. El año escolar pasado no se registró una sola situación de esta naturaleza”.
    Hace dos años –recuerda– hubo un suicidio de un alumno de secundaria, causado, decían, por las exigencias que vivía en la escuela. Sin embargo, al contrastarlo con el resto de los alumnos que la misma maestra atendía, no se encontraron indicadores de que esa haya sido la principal causa. No tenemos ningún caso, al menos el año escolar pasado, de un suicidio.
    Agrega que hay niños estresados por las demandas escolares, pero no tanto por pérdida de autoestima. “Se les exige más y lo resienten, pero ningún caso asociado a un incidente mayor”.

    Ante la CEDH, 106 quejas contra la SEJ
    De enero a julio del presente año llegaron ante la CEDH, un total de 106 quejas de padres de familia contra la SEJ.
    La Secretaría de Educación Pública Jalisco ocupa el cuarto lugar en cuanto al número de quejas, solo superada por la Procuraduría General de Justicia del Estado, la Dirección de Seguridad Pública de Guadalajara y la Secretaría de Seguridad Pública.
    El cuarto visitador, Alberto Lozoya Assad, informa que la mayoría de los señalamientos que hacen contra Educación en el estado, se refieren a maltrato verbal. “Les dicen burros, que no sirven para nada. En ocasiones también señalan que los han golpeado con una vara”.

    Secretos que se llevan a la tumba
    La encuesta realizada entre 14 mil niños jaliscienses bajo el tema “Lo que callan nuestros hijos o los secretos que guardan los pequeños”, revela los miedos, la violencia a la que son sometidos, el consumo de drogas, entre otras cuestiones.
    De los resultados del estudio realizado por José Manuel López Shultz y Alejandra de Gante, se desprende la indefensión legal que viven los menores de edad. El acoso emocional infantil no está tipificado como delito.
    Para el especialista en derecho familiar es muy claro: “los niños como preocupación de las políticas públicas del Estado, no existen. El interés que manifiestan los políticos en sus discursos, es falso. Una prueba es el desinterés de los diputados ante la Ley de los derechos de las niñas, los niños y los adolescentes en el estado de Jalisco. Hubo egoísmo de parte de los legisladores. Tenemos una ley restringida, en que las secretarías del gobierno no tienen obligaciones específicas en favor de los niños. Los diputados no han aprobado ningún reglamento para apoyar esta ley, que debió haberse promulgado 90 días después de la publicación de la misma (25 de octubre de 2003). A la fecha ni siquiera se está trabajando al respecto. Y una ley no tiene vigencia si no hay reglamentación”.
    Otro punto que cita el licenciado López Shultz en cuanto al poco interés en el bienestar de los niños jaliscienses es que no existe un organismo que atienda el acoso emocional contra los niños, que en este caso sería la Procuraduría Social.
    “Curiosamente la PS no existe. Es un fantasma. Hay un decreto, en papel, pero no se ha creado”.
    Y eso que la citada ley especifica: “las autoridades deberán crear programas para difundir la cultura del respeto a la vida y a la integridad física de las niñas, los niños y los adolescentes…”

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