Acercamientos al Quijote

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“El que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho”, escribió Miguel de Cervantes Saavedra en Don Quijote de la Mancha, consigna que Margit Frenk supo desde su infancia, pues a la edad de cuatro años, cuando arribó a la Ciudad de México (procedente de Alemania), ya había andado mucho. Incluso, aprendió a hablar español como cualquier otro niño capitalino, algo que la orillaba a vivir en dos realidades, ya que en su casa hablaba alemán y todo era alemán, y en la calle, en la escuela hablaba español; Frenk andaba por dos mundos completamente distintos.

Esos dos universos, de donde surgió la persona de Margit Frenk, la guiaron a buscar un tercero, al que le ha dedicado toda la vida: La literatura hispana de los siglos XVI y XVII, centrada específicamente en la historia del Caballero de la triste figura.

Ahora, unos años después de vida y estudio, la doctora Frenk está sentada en un podio, mientras la Cátedra Julio Cortázar abre un marco plagado de estudiantes que esperan escuchar las palabras de la investigadora, quien presenta su libro Cuatro ensayos sobre el Quijote. Los aplausos la estremecen sin aún tomar la palabra. Cuando escucha a las moderadoras, la doctora Dulce María Zúñiga Chávez y la doctora Guadalupe Sánchez, no deja de acariciar y observar el vaso de cristal como si fuera él quien roba sus reflexiones…

¿Qué del Quijote podemos asemejar a nuestra realidad? —le pregunto a Margit Frenk. La investigadora responde: “Esa sí que es una pregunta difícil (repite varias veces ‘nuestra realidad’), bueno, el Quijote es una obra universal, pero a nuestra edad y a todas las edades no hay nada, aunque sí que está muy ligada, hay un libro de Francisco Rico que se llama El Quijote en su tiempo y que estudia varias cosas de esa época que aparecen reflejadas en el hoy.”

¿Este libro que presenta, es un mapa sobre el Quijote?
No, yo diría que son cuatro acercamientos, tienen mucho del personaje y de la lectura que yo pude hacer de la obra…

Al hablar sobre uno de sus ensayos, Frenk concluye: “Cuando don Quijote está en el lecho de muerte decide volver a cambiarse de nombre, para esto, ya se lo ha cambiado varias veces; primero se pone Don Quijote, luego El Caballero de la triste figura, luego El Caballero de los leones y finalmente ya derrotado decide hacerse pastor y llamarse el Pastor Quijotiz. Recibe un bautizo más a la hora de la muerte y la manera como lo dice es ‘yo ya no soy Don Quijote de la Mancha, ahora soy Alonso Quijano’ —y así como dice Margit Frenk, ‘se debe leer la obra con humor, así realiza su presentación’— Si yo en mi lecho de muerte decido que ahora me llamo Margarita Franco, no tiene ninguna consecuencia, ¿por qué sí en el caso del pobre Don Quijote?, que ahora lo llaman Alonso Quijano —ahí entra su apego pasional a la novela, ahí cierra con humor e invita a leer sus ensayos— ya se me convirtió en manía…” —cierra.

La doctora Dulce María Zúñiga menciona que Margit Frenk conocía la mayor obra de Cervantes de memoria, el público respondió con una sonrisa y la autora del texto parpadeó irónicamente.

Cuando Frenk tomó la palabra dijo: “Hay que bajar al Quijote del pedestal donde se le ha puesto y hablarle de tú, no es un libro sagrado, simplemente hay que leerlo”.

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