Abrir horizontes comerciales

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México no debe quedarse cruzado de brazos ante el riesgo de que se concreten las aspiraciones proteccionistas del presidente de Estados Unidos Donald Trump. Aunque, en materia económica, no existe sustituto de la misma magnitud que el vecino del norte —destino del 80 por ciento de las exportaciones de nuestro país— la actual coyuntura es ideal para abrir la perspectiva a otros mercados y socios comerciales: Japón y algunos países asiáticos, y en menor medida Latinoamérica, son las alternativas más viables.

En esto coinciden investigadores de la Universidad de Guadalajara que analizan la economía y la política internacional en diversos centros de estudios adscritos a esta institución. La inminente renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte y el debilitamiento del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP) sacuden a México y lo obligan a ampliar sus horizontes.

La opción japonesa
Taku Okabe, investigador del Departamento de Estudios Regionales (INESER), del Centro Universitario de Ciencias Económico Administrativas, y miembro del Programa de Estudios México-Japón, explica que la nación del sol naciente es una alternativa natural, porque se trata de una economía complementaria a la de este país, que durante varios años ha sostenido relaciones comerciales y diplomáticas muy sanas.

“Gracias al Acuerdo de Asociación Económica entre México y Japón (AAE), que entró en vigor en 2005, el volumen del comercio entre México y Japón se ha triplicado. En los últimos cinco años la Inversión Extranjera Directa (IED) japonesa en México alcanzó 7 mil 350 millones de dólares, principalmente en la industria automotriz”, detalla.

Afirma que a través de los convenios económicos que México tiene con más de 40 países, en particular el TLCAN, las empresas japonesas pueden exportar vehículos a Estados Unidos con cero impuestos y México ofrece mano de obra diez veces más barata que el vecino del norte. Por ello, las ensambladoras automotrices que se establecieron en nuestro país, se duplicaron en el último lustro para llegar a mil compañías.

Sin embargo, ante los amagos de Trump, la comunidad industrial japonesa se ha alarmado y está a la espera de lo que suceda con la política arancelaria estadounidense. Apenas en diciembre de 2016 se firmó un convenio para promover el clúster automotriz entre Japan International Cooperation Agency y los gobiernos de Guanajuato, San Luis Potosí y Querétaro; y en Jalisco para otro clúster automotriz. Estos proyectos ahora podrían frenarse.

Con todo, Okabe vislumbra que el arancel del 35 por ciento con el que amenaza Trump, no podrá llevarse a cabo y si el congreso no lo rechaza, a nivel internacional es recurrible ante tribunales de la Organización Mundial de Comercio.

Leo Guzmán Anaya, también investigador del programa de Estudios México-Japón, indica que las ideas de Trump destruirían el orden geopolítico mundial vigente, y que abrir una nueva era proteccionista provocaría desaceleración global. Además, esto refleja que el presidente estadounidense no comprende el nivel de integración global de las cadenas de producción, pues aunque pueda mover plantas de regreso a Estados Unidos de todos modos necesita las autopartes que se producen en México

Ambos coinciden en que México debe fortalecer las relaciones con Japón, con el que tiene un gran comercio de productos del sector primario, como legumbres, hortalizas, frutas y productos del maíz, así como carnes y tequila, mientras que ellos invierten en México en la industria automotriz. En contraste, China no es opción, pues no es economía complementaria sino un competidor, sobre todo en calzado y textiles.

 

Latinoamérica y Europa: opciones limitadas
La inminente renegociación del TLCAN no debe significar el fin de las relaciones comerciales, ya que con las reglas arancelarias de la Organización Mundial del Comercio los productos mexicanos pueden ser competitivos. Más bien el riesgo es que México perdiera atractivo como receptor de IED, y por ello hay que ampliar el panorama, frente a los cual Latinoamérica, y particularmente los países que integran la Alianza del Pacífico, representan otra alternativa comercial interesante para México, señaló Miguel Ángel Sigala Gómez, investigador del Centro de Estudios de América del Norte (CEAN) adscrito al Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH).

“Esta coyuntura nos recuerda que necesitamos diversificar las opciones comerciales. El problema con Latinoamérica es que no significa un mercado de oportunidad, ni para México, ni viceversa. Los países latinoamericanos no son economías complementarias y funcionan como bloques regionales. El Mercosur funciona porque Brasil es la potencia regional que funge como motor. México no tiene acuerdos comerciales ni con Argentina ni Brasil, porque no tenemos intereses en común”

Con todo, dice, la Alianza del Pacífico es un esfuerzo interesante para México y para derribar obstáculos de integración latinoamericana, ya que tiene integración económica con esos países: Chile, Perú, Colombia. Y podría fortalecerse con la presencia de Costa Rica y Panamá. E incluso, con Argentina podría trabajarse en dos mercados puntuales: venderles automóviles y comprarles cereal.

Respecto a Europa, Sigala Gómez considera que México podría mirar a Alemania, Francia, España y quizá a Gran Bretaña, pero aun así esos mercados apenas le representarían márgenes del 1 al 3 por ciento.

“Creo que las opciones comerciales de México son, en Asia, Japón y Corea del Sur, y hay que profundizar con Singapur y Australia. En América Latina, los países de la Alianza del Pacífico y Europa los países que mencioné.  África no figura, la India, Euroasia y China, tampoco. Es así de claro”, sostiene.

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