30 segundos después

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Cada automóvil está marcado con un número y con una historia. La vista no alcanza para contar todos los vehículos que están ahí. Unos descansan en ese sitio porque están involucrados en un robo, a otros se los llevó la grúa, unos más están destrozados y de entre esos fierros sacaron a las personas muertas y otros con heridas graves.
A un costado del Parque de la solidaridad crecen las hierbas entre la chatarra y el olvido. Un Renault amarillo resalta. Tiene por nombre las placas JGA 3931, las bolsas de aire están reventadas, los cristales desmoronados como azúcar y la lámina doblada. El responsable de este depósito número 10 es Fausto García, le pregunto si conoce a personas que tengan secuelas por un choque. Todo está unido. Entre semana dirige este depósito y el fin de semana es paramédico en la Cruz Verde Leonardo Oliva. Él da los primeros auxilios a aquellos que terminaron prensados.
Este paramédico no recuerda con exactitud la cara de los heridos, los nombres o los casos. Lo mismo le pasa a León Coronado, no recuerda nada del accidente, ni quién lo sacó del coche, ni cómo fue a parar en el hospital. Ninguno de ellos se recuerda mutuamente, pero hay formas de seguir recordando.
León Coronado era futbolista en los Tecos de la Universidad Autónoma de Guadalajara y estudiaba la carrera de mercadotecnia. El 26 de agosto de 1994 viajaba con su novia, después de una fiesta aceleró hasta atravesársele una banqueta y se volteó. En su casa no decían mucho. El silencio y hermetismo le dieron la pista para concluir que no volvería a caminar. “Me di cuenta que no era cualquier cosa que con el paso del tiempo me iba a curar. Me di cuenta que mi médula espinar estaba muy dañada”.
La lesión en la columna es irreversible. Antes de esto el tema de la discapacidad no era parte de su imaginación. Aquellos que no caminaban, o no veían, no eran parten de sus preocupaciones o intereses. Hasta que fue parte de esta población. Comenzó el proceso de rehabilitación que implica tener una limitación física después de un accidente. León ya es parte de esa frase del argot médico: “La diferencia entre una persona con discapacidad y una que no la tiene, son menos de 30 segundos”.
La historia de León está unida al DIF Jalisco, donde recibió rehabilitación. La doctora Carolina Preciado conoce frecuentemente estos casos.
A los expertos del tema en el DIF Jalisco, en la Secretaría de vialidad y transporte les pregunto: ¿Cuántas personas viven con alguna discapacidad a causa de un accidente? La respuesta no llega porque los datos que existen en México son imprecisos, si estos datos son dudosos, más complicado resulta conocer con exactitud cuántas personas viven con una discapacidad causada por un accidente automovilístico.
Aunque no hay información, la doctora Carolina Preciado recurre al INEGI para decir que los accidentes son la segunda causa para adquirir una discapacidad; la primera son las enfermedades crónicas degenerativas como la diabetes, y la tercera son aquellas discapacidades congénitas.
Los daños dependen del accidente. Las lesiones más comunes son las medulares, especialmente por fractura de la columna vertebral ya sean en nivel cervical o nivel lumbar, generando discapacidad motora. Pero no es la única forma de tener una discapacidad por un choque, a ésta le siguen las amputaciones de algunas de las extremidades, sobre todo porque las personas suelen llevar algún brazo por afuera mientras conducen.
En el centro de rehabilitación que ella dirige, trabaja el maestro Juan Medina, quien conoce a León y sabe que su caso es común en una ciudad con más autos cada día. Alguien que nació con discapacidad desde sus primeros días se adaptó a realizar todas sus actividades. Por eso el proceso de aceptación de una persona que recién adquiere una discapacidad comienza en la etapa de negación y pasa por el duelo.
Nada de dramatismo ni guiones de telenovelas en los que uno de los personajes súbitamente deja de caminar después de un choque. Lo que nunca cuentan los culebrones es que la vida debe tener cambios con una discapacidad. El maestro Juan Medina sabe que decirle a alguien con un tono de tragedia que no volverá a caminar sólo lo perjudica. Después de un accidente es necesario hacer una serie de cambios en la vida de la persona. Él enumera varios de estos cambios como adecuar los espacios de la casa, como recámaras y baños que deberán tener rampas, a esta etapa se le llama “innovación” y también la parte interna de “renovación” donde deben hacerse cambios. Ha otro tipo de modificaciones en el estilo de vida, que incluye las relaciones personales y la transformación de las rutinas.
Cada persona tiene su propio proceso, sin embargo se estima que para que alguien con una discapacidad recién adquirida se rehabilite, necesita de ocho meses hasta dos años. Este proceso depende de cada persona, por ejemplo, el maestro Juan Medina cuenta de una chica que después del accidente le dijeron “no volverás a caminar”. Estaba con anestesia y se volvió a dormir. Despertó y no sintió esa angustia porque vio al médico sereno.
El proceso de León fue fácil ya que su familia lo apoyó y porque el deporte era parte de su vida. Actualmente es campeón nacional y panamericano de tenis de mesa.
El testimonio de una persona con discapacidad que se ve a sí mismo con respeto y sin lástima es útil al Departamento de cultura vial de la Secretaría de vialidad y transporte, donde trabaja la doctora Isabel Camacho Zárate; ella va a los planteles educativos para sensibilizar sobre los accidentes viales.
Ella no únicamente conoce del tema por los testimonios de personas que quedaron con alguna lesión. Ella misma es una historia. Chocó y tuvo una fractura en la clavícula, ahora tiene una placa y es una fiel defensora del cinturón de seguridad “si no lo hubiera traído no estaría aquí, sí funciona pero debe de hacer ‘click’ si no, no funciona. Sí se puede hablar de menos discapacidad permanente o temporal con mayor prevención”.
Mientras la entrevisto me pregunta “¿Cuánta responsabilidad tiene un conductor en un accidente?” No sé qué responderle. Como ésta suele ser parte de sus dinámicas sabe que es común que las personas se queden en silencio, y es entonces cuando ella asegura que ni las calles con baches, ni con pavimento; ni una tormenta deben ser el origen de un accidente, puesto que se “supone” que las personas deben controlar al vehículo y que son ellas las que deben aprender a sortear las malas condiciones de las avenidas o del clima y verificar el estado del automóvil. La responsabilidad de un conductor en un accidente es del 90 por ciento.
Para esta médico es preocupante la cantidad de personas que tienen alguna discapacidad por un accidente, pero ella abre el panorama de reflexión al no creer que sólo aquellos que no pueden caminar tienen secuelas de un choque. Los “latigazos” son la primera lesión y más común por un “evento de tránsito” por no usar un “sistema de retención”; es decir, el cinturón de seguridad. Traer cuello para inmovilizar es una discapacidad temporal como este tipo de lesiones, también están las fracturas.
La doctora Isabel no cree que las campañas sangrientas o con imágenes impactantes cambien la forma de conducir de la población joven. La frase común es “a mí no me sucede, a mí no me va a pasar”. “Desde mi experiencia la gente sólo razona cuando se pregunta ‘¿Qué sentirías si alguien que tú conoces le pasara un accidente?’”
El jefe de la médico Isabel, el director general de Seguridad vial, Jesús Alberto Leyva, nos ayuda a comprender cómo poca velocidad genera daños. Si un coche a 60 kilómetros por hora choca, tendría el mismo impacto como si cayera del quinto piso de un edificio.
Los puntos donde más accidentes se generan todos los días, especialmente los fines de semana y en quincenas, son Periférico y la carretera a Chapala. Mientras Alberto Leyva hace este recuento de puntos peligrosos, también habla de la combinación de velocidad y alcohol.
Esa mezcla de acelerador hasta el final y botellas de cerveza lo estudia el doctor Alfredo Celis, del Centro Universitario de Ciencias de la Salud de la Universidad de Guadalajara. Los accidentes viales son la primera causa de muerte y de lesiones de la población entre los dos años hasta cuarenta años de edad. Esto equivale a una severa pérdida de dinero en la economía del país, sobre todo porque muere o quedan con alguna lesión incapacitante personas en su plena edad productiva. Es común que algunas personas asocien los accidentes como parte del destino y de los designios divinos, el académico Alfredo Celis concluye que la prevención sí disminuye la probabilidad de que la población adquiera alguna limitación física.
Durante la entrevista con el galeno Alfredo Celis, se aborda el tema de los que tienen una limitación física por un accidente provocado por terceras personas. Ni venían en exceso de velocidad, ni habían tomado. Ese es el caso de Francisco Ruiz
Francisco, de 26 años, fue acompañado por su mamá al aeropuerto para ir por su novia. De regreso, un coche del carril contrario salió de control y acabó encima del auto en el que viajaba Francisco junto con su mamá y su novia, las dos murieron. “No recuerdo nada —dice—, sólo he visto la hoja del peritaje en la que dice que el otro perdió el control y me cayó encima. Fue un golpe muy fuerte”. Él tuvo lesiones en su columna vertebral, ahora sus piernas son un peso muerto.
Sacó conclusiones mientras lo trasladaban en la ambulancia y no podía reincorporarse. Después de dos meses le confirmaron que tenía una discapacidad motora. Él lleva su proceso de rehabilitación en el DIF Jalisco. Después del accidente su meta es: “Recuperar mi independencia, recuperando esa ya me podré hacer otras metas”.
Su coche fue pérdida total, después de los fierros retorcidos sólo queda una cruz en la calle, otros que con una silla de ruedas, con placas o con prótesis, viven con las secuelas de un accidente automovilístico.

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