2 de octubre no se olvida… Ayotzinapa tampoco

603

Los estudiantes buscaban el diálogo público con el poder y el poder respondió con la violencia que acalla todas las voces. ¿Por qué la matanza? Desde octubre de 1968 los mexicanos se hacen esta pregunta. Hasta que no sea contestada el país no recobrará la confianza en sus gobernantes y en sus instituciones. No recobrará la confianza en sí mismo.    
Octavio Paz                                                                                                    

A 48 años de la matanza del 68, continúa la impunidad, la injusticia, la corrupción, la desigualdad por la que se rebelaron entonces los estudiantes. Recordemos que un gran número de poetas y escritores conocidos y consagrados, y muchos de los que se estaban formando por esos días, dejaron constancia de su furia o decepción en poemas, cuentos, novelas, ensayos y crónicas. Ninguno fue líder estudiantil o magisterial, pero todos ellos firmaron manifiestos y apoyaron con su pluma en artículos su intervención solidaria en manifestaciones y mítines.

Vivir no es recordar, vivir es más difícil. Dormir, soñar, es una tregua, leer también y, quizá, el único triunfo permitido. La historia reciente y la transformación del país, están plasmadas en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco. La plaza ha sido el lugar para las convocatorias del pueblo, ahí se levantó una Estela que contiene algunos de los nombres de las y los estudiantes ejecutados por el ejército y la policía; innumerables marchas y mítines se han realizado en esa plaza, todos guardando absoluto respeto para las y los que se decidieron, se organizaron y lucharon junto al movimiento estudiantil popular.

Van algunas de las consignas del movimiento estudiantil del 68, que fueron pintadas por diferentes rumbos de la Ciudad de México:

“El sueño es realidad”… “Sed realistas”
“Exigid lo imposible”… Decretemos el estado de felicidad permanente.
“No más iglesias”…“Nada de libertad para los enemigos de la libertad”
“La imaginación al poder”…“Muerte a los tibios”
“Revolución en la política, en la familia, en el amor”…“La poesía está en la calle”
“Cuanto más hago el amor más ganas tengo de hacer la revolución, cuanto más hago la revolución, más ganas de hacer el amor”

Del 68 tenemos la memoria indeleble del sacrificio de los jóvenes de Tlatelolco, así como los testimonios de algunos de los actores. Pero del 68 se nos ha olvidado algo, precisamente lo más importante, justo lo que se quiso ahogar a sangre y fuego: el estallido de vitalidad, de creatividad, de —en una palabra— imaginación que de pronto sacudió a un país autoritario, hipócrita y encerrado en su misterio.

El poder mató a los jóvenes y arredró al país argumentando que era víctima de una conspiración a ratos comunista, a ratos de la CIA, a ratos de los “filósofos de la destrucción” y, en todos los casos de los “enemigos de México”. Pero el poder no encontraba ningún enemigo conspirativo; quien lo desafiaba era más bien esa imaginación: el deseo de pensar de un modo diferente, las ganas de vivir de una manera distinta, la necesidad de discutir y la voluntad de disentir.

El 68 es un tiempo recogido por libros apasionantes y reveladores, fotografías nítidas de un tiempo brillantísimo de la juventud, la intelectualidad y el periodismo en México. Gracias a  Elena Poniatowska, Octavio Paz, Rosario Castellanos, Jaime Sabines, José Revueltas, Sergio Pitol, Vicente Leñero, Fernando Benítez, José Emilio Pacheco, Carlos Monsiváis y tantos escritores más.

El 2 de octubre es un año “axial”, como lo señaló Octavio Paz en su libro Posdata. Representa también la continuidad de una lucha, la opción ante el desarraigo, la tortura, los asesinatos, la represión, la pobreza, la soledad y la frustración. Ya sabemos que la vida es una sucesión de pequeños triunfos alternada de grandes derrotas. Recordar es un triunfo. Luchar es un compromiso… El paso de la memoria o la imposibilidad del heroísmo. Vivir entre la pasión, el espanto, amor y dolor, el entusiasmo y el tormento, el afecto y la injuria. La doble cara de la tragedia: la risa y el dolor.

Recordar a muchos miles de personas que vivieron un tenso e inmenso tiempo apoyados en un puente al borde del abismo. Vivir entre furias, infortunios, abominaciones, vivir para contarlo… somos el tiempo que nos queda. “2 de octubre no se olvida”.  Con rabia y con amor.

Artículo anteriorAcuerdo que establece las Bases para el Programa de fortalecimiento de invenciones en la Universidad de Guadalajara, 2016-2017
Artículo siguiente¿Qué nos pedirían?